Los aplazos en el sistema educativo

Desde siempre son los más temidos: los aplazos. Los cuales equivalen a una nota menor a la que necesita para aprobar la asignatura. Se puede reflexionar sobre este tema desde distintos ángulos. Aunque el alumno sonría y fingiera no importarle, los aplazos marcan sus primeras frustraciones o expresado de otra manera, esos momentos donde todo parece desmoronarse. Deberíamos preguntarnos qué situación no se supo prevenir para que un alumno no logre una ponderación que muchos otros lo hicieron. Los niveles de inteligencia en una clase son aproximadamente similares; entonces no se trata de ser inteligente, tomando este término como un número que distingue a un ser humano de otro. La inteligencia va más allá de una numeración que se obtiene en un test, dentro de este concepto, habitan otros enfoques: las emociones, el vínculo con el maestro/a, la participación de los padres y el eventual seguimiento de los mismos en el proceso de enseñanza- aprendizaje. Estos y muchos otros factores más, que tienen como común denominador una buena comunicación, inciden en el éxito de los alumnos, en la aprobación o logro de los objetivos a alcanzar en el contexto de la educación formal-sistemática. Más allá de que pueda ser la única salida, aplazar un alumno o su repitencia de grado, siempre serán un fracaso... para el alumno, para los padres y educadores, "los demás lo lograron y él no". Reflexionar sobre estos temas y evitarlos podría llegar a ser un punto de partida para los cambios que exige la realidad y que el sistema educativo no puede aún abordar.