Risa Risa
“La risa es una condición
exclusiva del hombre. En
el limpio chorro de una
carcajada el hombre lava
sus sinsabores y problemas”.
La risa es también
un don: sirve no sólo para
una descarga del sistema
nervioso sino también
como descarga emocional.
Una verdadera catarsis,
como alguien escribió,
“para remover los malos
humores que envenenan
el cuerpo y el alma”.
Es un don, pero también
un derecho que puede
ser empleado cada vez
que la situación de congoja
aplasta al hombre más
allá de sus límites razonables.
Coincido plenamente
con lo Antonio Machado:
“El hecho de que vivamos
en plena tragedia
no quiere decir, ni mucho
menos, que se hayan proscripto
los derechos de la
risa”.
Por lo demás, como dice
un proverbio judío, “la
risa se oye a mayor distancia
que el llanto”. Es
buen que, todo sumado,
resplandezca más el buen
humor y la felicidad que el
llanto y la tristeza. Sobre
todo por lo que tienen de
contagiosos.
No recuerdo quien dijo
alguna vez: “Tenemos la
costumbre de reírnos pero
cosas que deberían hacernos
llorar. Pero bien cierto
es que con frecuencia
lloramos por lo que debería
hacernos reír”.
Esto pasa cuando dramatizamos
demasiado
nuestros problemas personales,
familiares o sociales.
La opinión de los
demás, sobre todo la de
amigos, puede ayudarnos
a centrar mejor las cosas,
dando a la tristeza su justo
lugar, y su justo lugar a
la alegría.
Están igualmente lo
que se ríen de todo y de
todos, haciendo de la vida
pura risa. No son gente
de fiar, porque así como
toman todo a risa en los
demás, lo hacen también
con aquellos que consideran
sus amigos. No suelen
ser gente feliz: tras las
máscaras de risas huecas
saben ocultar tristezas
hondas.
Hay también bromas
crueles que provocan risa
a quienes las presencian.
No vienen mal tener
en cuenta la advertencia
de Chatenet: “Reírse de
quien es burlado por un
ocasional bromista es señal
de pobreza de sentimientos
con quien es víctima
del que se cree gracioso...”
Frase un tanto
complicada. Puede leerse
otra vez, y tenerla en
cuenta.
¡Hasta mañana!?