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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 14,6-14.

02/05/2016 22:29 El Evangelio
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Evangelio según San Juan 14,6-14. Evangelio según San Juan 14,6-14.

Jesús dijo a Tomás: “Yo

soy el Camino, la Verdad y

la Vida. Nadie va al Padre,

sino por mí.

Si ustedes me conocen,

conocerán también a

mi Padre. Ya desde ahora

lo conocen y lo han visto”.

Felipe le dijo: “Señor,

muéstranos al Padre y eso

nos basta”.

Jesús le respondió: “Felipe,

hace tanto tiempo que

estoy con ustedes, ¿y todavía

no me conocen? El

que me ha visto, ha visto al

Padre. ¿Como dices: Muéstranos

al Padre?

¿No crees que yo estoy

en el Padre y que el Padre

está en mí? Las palabras

que digo no son mías: el

Padre que habita en mí es

el que hace las obras.

Créanme: yo estoy en el

Padre y el Padre está en mí.

Créanlo, al menos, por las

obras.

Les aseguro que el que

cree en mí hará también las

obras que yo hago, y aún

mayores, porque yo me voy

al Padre.

Y yo haré todo lo que

ustedes pidan en mi Nombre,

para que el Padre sea

glorificado en el Hijo.

Si ustedes me piden algo

en mi Nombre, yo lo haré”.

Comentario

Jesús dijo: “Si me conocierais

a mí, conoceríais

también a mi Padre. Ahora

ya lo conocéis y lo habéis

visto”. Ven al hombre

Jesucristo. Los apóstoles

tienen delante de sus ojos

su aspecto exterior, es decir,

su naturaleza de hombre,

siendo así que Dios, liberado

de toda carne no es

reconocible en un miserable

cuerpo de carne. ¿Cómo

es, pues, que conocerle

sea conocer también al

Padre?

Son estas palabras inesperadas

las que causan

turbación al apóstol Felipe...;

la debilidad de su espíritu

humano no le permite

comprender una afirmación

tan extraña... Entonces,

con la impetuosidad

propia de su familiaridad

con Jesús y de su fidelidad

de apóstol, interroga

a su Maestro: “¡Señor,

muéstranos al Padre y nos

basta!...” No es que desee

contemplar al Padre con

sus propios ojos físicos,

sino que pide comprender

lo que está viendo. Porque

viendo al Hijo bajo forma

humana, no comprende cómo,

por este mero hecho,

haya visto al Padre...

Y el Señor le responde:

“Hace tanto que estoy con

vosotros, ¿y no me conoces,

Felipe?”; lo que le reprocha

es que todavía ignora

quién es él... ¿Por qué

no le habían todavía reconocido

siendo así que durante

tanto tiempo le habían

buscado? Es que para

reconocerle, era preciso

reconocer que la divinidad,

la misma naturaleza del Padre,

estaba en él. En efecto,

todas las obras que había

realizado eran las propias

de Dios: caminar sobre

las aguas, dar órdenes

a los vientos, llevar a cabo

cosas imposibles de comprender

como son, cambiar

el agua en vino o multiplicar

unos panes..., hacer

huir a los demonios, quitar

enfermedades, poner remedio

a males del cuerpo,

enderezar a disminuidos de

nacimiento, perdonar los

pecados, devolver la vida

a los muertos. Esto es lo

que había hecho su cuerpo

de carne, y todo ello le

permitía proclamarse Hijo

de Dios. De aquí su reproche

y su queja: a través de

la realidad misteriosa de su

nacimiento humano, no había

percibido que era la naturaleza

divina la que llevaba

a cabo estos milagros

a través de esta naturaleza

humana asumida por el

Hijo.?

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