Amarse, ¿cómo? Amarse, ¿cómo?
amáramos...?”. Es el título
de un precioso librito
de René Trossero invitándonos
al amor. Pero ¿cómo?
Aquí van algunas sugerencias:
1. Mira a tu prójimo.
Te regalaron los ojos, con
los que ves a los otros. Pero
debes aprender a usar
tus ojos para mirar a los
otros, para acercarte, para
“aproximarte”. Debes
superar el amontonamiento
anónimo del
mundo globalizado, donde
la soledad te hace sentir
distante, alejado de los
demás. Mirar significa
prestar atención al otro,
tenerlo en cuenta, no ignorarlo,
saber que necesita
y merece amar y ser
amado; reconocer que sin
él no tiene sentido la vida.
2. Escucha a tu prójimo.
Te regalaron los oídos,
con los que oyes sin
necesidad de esfuerzos
y de aprendizajes. Pero
no te alcanzará el tiempo
de la vida para aprender
a escuchar al otro. Sólo
en el diálogo profundo,
en que te comprometes
a contactar tu intimidad
con la intimidad del otro,
logras hacer del otro tu
“prójimo”, un “próximo”.
3. Respeta a tu prójimo.
Reconócele el derecho
de ser él mismo, con
lo positivo y lo negativo
que tiene. ¡Compréndelo!
Comprender no significa
aprobarlo todo, pero sí
aceptarlo con toda su realidad.
Valóralo como persona,
más allá de sus limitaciones
y de las falencias
de su conducta.
4. Perdona a tu prójimo.
No puedes escuchar
y respetar a tu prójimo
si no lo perdonas, porque
nadie es perfecto; nadie
es una obra concluida,
todos somos un proyecto
inacabado. Perdonarlo
significa creer en él, esperarlo,
darle el tiempo que
necesita para crecer, madurar
y corregirse.
5. Sirve a tu prójimo.
No te propongo
que tengas una actitud
servil, sino que vivas
un amor servicial. Ayuda
a tu hermano a crecer
como persona, dale
el pan que necesita para
subsistir, y confíale
la palabra que lo apoya
y lo aconseja. Sean los
que sean tu trabajo o tu
ocupación, ejércelos y
vívelos con amor servicial
para tus hermanos.
6. Acaricia a tu prójimo.
Hazle percibir tu
amor con los sentidos.
Hazle sentir el calor de
tu mano, la ternura de tu
mirada, la disponibilidad
de tus oídos y la calidez
cordial de tu palabra...”.
¡Hasta mañana!