Jardineras Jardineras
muy especial a las maestras
jardineras. Ellas tienen
el privilegio de acoger
en sus aulas a las
pequeñas flores que se
abren con el encanto de
los colores de la vida humana
en su tierra de infancia.
Los chicos y las chicas
del jardín las ven como
su segunda madre, y no
pocas veces también como
la primera.
Pasarán los años, y la
figura siempre amable de
la maestra jardinera seguirá
presente en el recuerdo
de esos niños que
serán luego adolescentes,
jóvenes, adultos. A ella
se aplican con razón estos
versos de Latife Teresa
Dib:
“Tu presencia es tibieza
de nido.
Tu palabra perfume y
plegaria,
y se acerca gozosa y
sincera
a dejarnos ternuras
galanas.
Nues t ros labios ya
pueden nombrarte,
guía de auroras, en cada
mañana,
la palabra es altar en
tus labios
y es un cielo de luz que
bendigo
porque dejas sembrado
en las almas
oro puro en aromas de
trigo...”.
Y ya que entramos al
jardín de la poesía ¿qué
les parece esta Plegaria
de la Maestra de Andrés
Redondo? Es la súplica
de un padre que entrega
por primera vez su hijito
a la maestra:
“Tú / que vives cosechando
frutos de carne y
hueso.
Jardinera de vidas.
Sembradora de sueños.
A ti quiero entregarte
este pedazo mío,
mi esperanza futura, /
éste, mi hombre pequeño
(...).
Enséñale que, a veces,
uno más uno es dos.
Pero, lo que es más
importante:
no dejes de enseñarle
que la cuenta es correcta.
Cuando uno más uno
somos todos (...).
Perdónale sus faltas,
si son de ortografía; /
pero no les perdones las
otras / las más graves: /
la falta de conciencia, / la
falta de esperanzas, / la
falta de respeto / (sobre
todo a sí mismo), / y la
falta de fe / y de ansias...
Enséñale, / asimismo,
/ que la palabra Patria /
no son más que seis letras,
/ si no siente en sus
plantas / vibrar la amada
tierra / que sube por la
sangre / y le explota en el
alma (...)”.
¡Hasta mañana!?