Escuela vs. estatus sociales

En el cuerpo teórico de la pedagogía y de la psicopedagogía se puede leer sin esfuerzo, la forma en que las diferencias socioeconómicas se reflejan en la dinámica escolar. Esta realidad no puede asombrar a nadie, pues el poder que otorga el dinero y el lugar social de las personas con jerarquías destacadas, es indiscutible.

De solo mirar la vestimenta de un alumno podemos realizar deducciones, o bien de los elementos didácticos que traen a la escuela, que sus padres pudieron adquirir.

Entonces, si ésta es una realidad, como educadores y formadores de dignos ciudadanos, hijos de esta hermosa patria, nos queda asumirla y transformarla.

¿Transformarla? Sí, cambiarla. Está en nuestras manos, enseñar desde el currículum escolar, a manera de contenidos transversales, que todos los seres humanos estamos atravesados por importantes diferencias e históricas similitudes.

Las diferencias son parte de esa irrepetible individualidad que nos caracteriza y las similitudes hacen a todos esos factores que alegran o entristecen a las personas.

A nadie le gusta ser, sentirse o que lo hagan sentir menos que nadie. En realidad, ¡ninguna persona es menos que otra! Esto es un error de percepción de la vida, porque la esencia humana prepara a los seres para que se distingan en los diferentes talentos que asombraran al mundo. Y en este camino, como en tantos otros, el lugar del docente será prioridad, o como lo llamara un destacado hombre de la psicología y pedagogía, Lev S. Vigotsky, el lugar del mediador cultural.

Está en manos de la familia como primera escuela y en la de los maestros, que los habitantes de este suelo sepan de la importancia que reviste existir y ser agentes de transformación social. Y para esto no hay estatus que valga. Pues si el factor económico marca poder, el conocimiento, el saber tiene el suyo, esa expresión ¡Saber es poder! Se impone ante toda circunstancia. Por ello, no solo los guardapolvos blancos marcarán una igualdad, sino la consideración que como educadores tengamos de nuestros hijos y alumnos. Valorar la existencia y el aprendizaje es la consigna. La vida es aprendizaje y para ello todos venimos con bases.