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EL LIBERAL . Opinión

La victimización busca encubrir el desgajamiento del kirchnerismo, mientras el Brexit pone a pensar a Macri

26/06/2016 00:00 Opinión
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"Quien siembra vientos, recoge tempestades" es un refrán fatalista de carácter muy popular basado en el Antiguo Testamento. Cuando Cristina Fernández y los cada día menos acólitos que le quedan se quejan amargamente de que sufren una "persecución", más allá del viejo truco de mostrarse como víctimas, que tan bien ha manejado siempre la ex presidenta para enternecer a sus seguidores y disimular los quiebres internos, hay bastante de la enseñanza bíblica. Y cuando extrañamente los jueces se ponen las pilas después de haber dormido una larga siesta, deberían saber que corren el mismo riesgo a la hora de la cosecha, sobre todo si juegan a dos puntas como se sospecha de algunos, quien bien podrían estar llevando las causas hacia caminos de salida sencilla para los involucrados. Aunque las sospechas nacen en la frase "no se puede hacer política sin plata" que pronunció su fundador, si del kirchnerismo se habla no se puede afirmar a ciencia cierta que sea una corriente de génesis corrupta, a partir de aquella organización que se perfiló en Santa Cruz en los años ’80 y que, al llegar a la Nación de la mano de Néstor Kirchner, se amparó en las prebendas que otorga la ocupación del Estado, entre ellas la posibilidad de manejar la máquina de hacer dinero. Deberá primero probarlo la Justicia y luego, refrendarlo la historia. Más allá de las responsabilidades penales, lo que sí puede hacerse es evaluar la responsabilidad política de los líderes de esa corriente de origen peronista, a partir de los resultados institucionales, económicos y sociales de sus tres gobiernos y hacerlo o bien desde los estómagos fanáticos, ya sea de la militancia o de la contra o, mucho mejor, desde el análisis, poniendo en los platillos de la balanza de un lado las verdes y del otro las maduras. En este juego de contrapesos, hay algunas cuestiones incontrastables que surgen apenas se observa el fenómeno: el "proyecto" repartió fondos a troche y moche para doblegar voluntades y se basó, como ningún otro en la historia argentina, en un apabullante aparato de difusión masiva del llamado "relato", cuyo signo distintivo fue su pretendida infalibilidad, causa de la arrogancia y la imposición que fue la marca de fábrica del kirchnerismo. En una carta en Facebook que tituló "Violencia de época", probablemente para emparentar la cuestión con la dictadura militar y sensibilizar a la propia tropa, sin nombrar ni a José López ni a su jefe por 12 años, Julio de Vido, Cristina se refirió a una "persecución ideológica" y de "hostigamiento mediático" hacia ella y sus seguidores, justamente los mismos elementos que fueron sufridos durante más de una década por los legisladores de la oposición, los periodistas independientes y por cuantos se opusieran a los designios derivados como verdad revelada de aquel mítico 54 por ciento. Si bien la revancha, cuando es venganza, no es de cristianos, es muy cierto que hoy muchos le están pagando a los K con la misma moneda. En este último rubro hay que sumar también a algunos jueces federales ajenos al gobierno anterior, ya sea porque no fueron permeables a los aprietes del aparato del Estado o porque pudieron conservar alguna independencia. Sin embargo, parece que la ola del cambio de época los ha alcanzado mágicamente a todos ellos ya que, de modo más que sorprendente, han comenzado a trabajar a raja cincha, aunque se verá en algunos casos si por los carriles adecuados. Según las diputadas Elisa Carrió y Margarita Stolbizer antes había "encubrimiento" por parte de ciertos magistrados. Durante esta última semana, fue notorio que se movieron al unísono múltiples causas, todas originadas en denuncias sobre hechos al menos vidriosos del gobierno anterior. Para otorgarles el beneficio de la duda a los acusados, en algunos casos, se puede sospechar hasta de cuestiones endebles o aún de situaciones armadas, pero hay otras como la del ex secretario de Obras Públicas, la del convento y los bolsos, de inaudita flagrancia. La palabra "corrupción" se ha metido en todas las conversaciones y hasta los negadores del hecho en tiempos del último gobierno, miembros de la cofradía, están tan confundidos que hoy hablan de ella. Hay mucha confusión en las filas kirchneristas, aceptando lo que hasta ayer negaban: Agustín Rossi pidió "hacer una reflexión" al respecto y Héctor Recalde dijo que en el Gobierno estaban contentos "con lo que pasó con López". Fue indesmentible. Cómo no. Mientras tanto, el periodismo y la gente del común, bombardeada por la televisión, tuvo que hacer un curso urgente sobre léxico judicial, ya que jueces y fiscales sumaron imputaciones, procesamientos, indagatorias, testimoniales, embargos y allanamientos para "todos y todas" y hasta se le agregó en la semana la figura del arrepentido, que si bien ya está vigente para el lavado de dinero, la Cámara de Diputados le dio media sanción para extenderla justamente al delito de corrupción. Con tanta acción simultánea de la Justicia ha ocurrido lo mismo que con el tipo de cambio, las tarifas o aún con la inflación, tras tener tanto tiempo el pie apretado contra el resorte: cuando se retiró la presión, el salto resultó sorprendente. El verdadero riesgo de toda esta movida simultánea es el de la saturación de la opinión pública, al estilo de la necesidad de esconder un elefante en la calle Florida mezclándolo entre una manada. La velocidad de los acontecimientos generó que, con la más de media docena de funcionarios de los gobiernos K que se sumaron durante la última semana, ya haya 15 de ellos en estricta capilla judicial, todos ubicados más allá de la etapa de instrucción, es decir con la convicción del juez de que existen indicios (semiplena prueba) de culpabilidad que le permiten, tras haber realizado el sumario y escuchado a los testigos, avanzar con la etapa del procesamiento, instancia en la que se deberán probar los cargos que se les ha formulado. Sin que ninguno de ellos sea considerado culpable aún, la nómina de los ex funcionarios procesados arranca con la propia Cristina, a quien va a ser muy difícil acreditarle que la "ruinosa" decisión de vender dólar a futuro no fue un hecho político y sí fruto de una asociación armada para delinquir. En esa misma causa irán también al banquillo el ex ministro Axel Kicillof y el ex titular del BCRA, Alejandro Vanoli. Además, Vanoli está procesado en una segunda causa, en relación a su actuación en la Comisión Nacional de Valores, denunciado por el Grupo Clarín por "incitación a la violencia", junto al ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Otro que tiene varias causas en trámite es nada menos que el ex vicepresidente Amado Boudou, quien está procesado por enriquecimiento ilícito y además, por la causa Ciccone. Esta semana, la jueza María Servini de Cubría incriminó nada menos que a tres jefes de Gabinete del kirchnerismo, Aníbal Fernández, Jorge Capitanich y Juan Manuel Abal Medina, por no controlar lo suficiente el destino de los fondos provenientes del programa Fútbol para Todos. Fernández está también procesado en el Plan Qunita, junto al ex ministro de Salud, Daniel Gollán. En tanto, el ex titular de la UIF, José Sbatella deberá responder por la divulgación de secretos de tan sensible organismo, mientras que quien tuvo a su cargo la Superintendencia de Seguros de Salud, Héctor Capacciolli y el ex legislador K Sebastián Gramajo, tendrán que hacerlo por el financiamiento de la campaña electoral de 2007 bajo el cargo de lavado de dinero, procedimiento que fue descripto de modo más que preciso el jueves pasado por el juez federal Ariel Lijo en una resolución de alrededor de 150 fojas, en la cual también incluyó embargos por tres millones de pesos para cada imputado. Por último, en el área de Transporte, Ricardo Jaime –hoy preso- y Juan Pablo Schiavi tienen que explicar la compra de material ferroviario obsoleto a España y Portugal, vagones que el propio armador del barco no se atrevía a transportar porque los consideró chatarra, mientras que el jefe de ambos, de Vido, fue procesado por la tragedia de Once y por una renegociación poco clara de las concesiones ferroviarias, mientras que se lo investiga también por enriquecimiento ilícito. Por esta causa, De Vido fue protagonista también el jueves de un episodio en la Cámara de Diputados que tuvo secuelas políticas muy fuertes para el kirchnerismo, a la hora de llevar adelante una votación para permitir que el juez Luis Rodríguez allanara sus oficinas y domicilios. Más allá de la refriega en el recinto, con Elisa Carrió y el ex ministro cruzándose imputaciones y de la pelea verbal de baja estofa que protagonizaron Fernando Sánchez y Diana Conti, lo central de la historia tuvo que ver con los números de la votación que finalmente el viernes permitieron la acción del magistrado. El conteo final resultó de 137 votos a favor contra 49 en contra del proyecto impulsado por Cambiemos y sólo se abstuvo el propio De Vido, pero lo políticamente relevante es que este segundo número es el que muestra el desgajamiento del bloque del Frente para la Victoria, ya que a la composición que tenía hasta antes de comenzar la sesión hay que restarle seis miembros del Movimiento Evita que armaron otra agrupación y más de 20 legisladores que estuvieron ausentes, entre ellos, Cristina álvarez Rodríguez, Remo Carlotto y Nilda Garré. Ante tantos padeceres judiciales y políticos que arrinconan a la ex presidenta y a su núcleo más duro, el gobierno de Mauricio Macri hace bastante silencio porque, además, esos escándalos le quitan visibilidad a sus propios líos económicos. Este aspecto, que se encuentra más que condicionado en lo fiscal, la inflación y el nivel de actividad para el resto del año, con la casi segura imposibilidad de cumplir con el sueño del arranque en el segundo semestre, encuentra en la nueva situación europea un aliado impensado. Desde ese costado, el Brexit (la sorpresiva salida del Reino Unido de la Unión Europea) ha ayudado a fortalecer el valor del dólar y a mejorar la competitividad exportadora sin hacer nada puertas para adentro pero, por otro lado, el hecho apunta a ser una buena excusa para explicar por qué –si realmente sucede asíno llegan este año las inversiones previstas, sin darle demasiadas vueltas a que la planificación económica ha sufrido notorios desvíos impuestos por la realidad social. En cambio, desde una perspectiva más referida al cambio de paradigma comercial que está encarando la Argentina, habría que considerar ahora si una Europa más proteccionista y antiglobalización, que parece enamorarse de los populismos de izquierda y de derecha, no arrastrará en la ola a los Estados Unidos, hacia un gobierno de Donald Trump. Un test al respecto se verá en España este fin de semana, pese a que algunos creen que allí el sentimiento pro-europeo podría beneficiar finalmente al gobernante Partido Popular. l

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