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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Mateo 25,14-30.

26/08/2016 21:43 El Evangelio
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Evangelio según San Mateo 25,14-30. Evangelio según San Mateo 25,14-30.

Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:

“El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes.

A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. Enseguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco.

De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.

Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores.

El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. “Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado”.

“Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”.

Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: “Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado”.

“Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”.

Llegó luego el que había recibido un solo talento. “Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.

Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!”.

Pero el señor le respondió: “Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes”.

Comentario

“¿Qué tienes que no lo hayas recibido?” nos dice san Pablo (1C 4,7). No seamos, pues, avaros de nuestros bienes como si nos pertenecieran... Sólo nos han sido confiados; usamos de ellos como de una riqueza común, pero no de su posesión eterna como si fueran un bien propio. Si reconoces que este bien no te pertenece y sólo lo tienes para usarlo aquí por un tiempo, adquirirás en el cielo un bien que no tendrá fin.

Acuérdate de los servidores del Evangelio que habían recibido de su amo unos talentos, y que es lo que este amo, a su regreso, ha dado a cada uno de ellos; comprenderás entonces que, depositar tu dinero sobre la mesa del Señor para que fructifique es mucho más provechoso que conservarlo con una fidelidad estéril sin que rinda nada a su acreedor, con gran perjuicio para el servidor inútil, el castigo del cual será más pesado...

Prestemos, pues, al Señor los bienes que de él hemos recibido. En efecto, no poseemos nada que no sea un don del Señor, y si existimos es porque él quiere. ¿Qué es lo que podríamos considerar como nuestro, puesto que, en virtud de una deuda enorme y privilegiada, ni nosotros mismos nos pertenecemos? Porque Dios nos ha creado, pero también nos ha rescatado. Démosle gracias pues: rescatados pagando un gran precio, el precio de la sangre del Señor, somos para siempre cosa de gran valor...

Devolvamos al Señor lo que él nos ha dado. Demos a Aquél que recibe en la persona de cada pobre. Demos con gozo, para recibir de él con alegría, tal como lo ha prometido.

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