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EL LIBERAL . Padre Seschi

Discusiones

29/08/2016 23:04 Padre Seschi
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¡Buen día! Alguien dijo que “una de las grandes obsesiones del ser humano es tener razón y que se la reconozcan los demás”. Cuando esto último no se da, suele surgir el conflicto: hacia adentro o hacia afuera. Hacia adentro, sintiendo desagrado, angustia, irritación. Hacia afuera, con gestos, palabras, actitudes.

Según me contaron, está el caso de alguien que tenía tal espíritu de contradicción que, cuando se desmayaba en lugar de volver en sí, volvía en no...

En el otro extremo están aquellos que, para evitar discusiones, sistemáticamente le dan razón al otro. Es destacable su espíritu pacifista, pero no puede considerarse ideal. Es más puede haber motivo de sospecha: “Desconfía del que jamás te contradice, te cubre de elogios, cede su opinión a la tuya cuanto haces, aún sabiendo que te equivocarás”, advierte Marber.

El confrontar ideas no sólo nos permite conocer opiniones diferentes a las nuestras sino que el ejercicio logra que descubramos dentro nuestro, ideas y verdades insospechadas. Debemos convencernos de que incontables veces aprovecharíamos mejor el diálogo empleando el tiempo para escuchar los argumentos ajenos, que para exponer los propios.

En lo que hay que insistir es en el modo que discutimos. Es fácil que tendamos a subir el tono de voz, olvidándonos que, según Hans Kaspar, “los altavoces refuerzan la voz, pero no los argumentos”.

Por eso Bertrand Russell en una discusión parlamentaria, le dijo a su opositor: “No levante la voz: mejore sus argumentos”.

A veces el buen humor ayuda a que la discusión pueda transitar por andariveles amables. Hay personas que se destacan por, esa cualidad. Pero están igualmente los que recurren al buen ácido humor”. “Acto de humor”, Emilio Frugoni relata una discusión en la Cámara de Diputados del Uruguay: “¡El señor diputado pega una en el clavo y diez en la herradura!”, dice uno; a lo que responde el aludido: “Yo no tengo la culpa de que usted se mueva tanto”...

¡Hasta mañana!

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