Una inspiración neocelandesa que hizo de tamberos, socios de un gran emprendimiento

A mediados de los años 90, Luis Peluffo se abocó a impulsar un sistema de producción lechero sustentable y generador de una mejor calidad de vida para todos los participantes, adaptando localmente ciertos esquemas que pudo observar en Nueva Zelanda.

En el mismo, jóvenes técnicos y profesionales se van incorporando a su empresa, primero como pasantes, para luego ser parte del proyecto como socios. Eso le permitió aumentar progresivamente la cantidad de tambos gestionados.

Los integrantes de las empresas creadas en ese marco fueron interactuando cada vez más. Y llegó un momento en el cual surgió un grupo de intercambio y colaboración, que se denominó Grupo LP, en el cual los encargados de tambos comparten ideas y actividades en común, sin perder su individualidad y con la contención que les da el grupo.

“A lo largo del tiempo, muchos se sumaron a formar parte de este sistema productivo”, explicó Peluffo. “Descubrieron su vocación y la desarrollaron. La combinación de gente motivada, con las herramientas necesarias, permitió lograr una actividad no sólo rentable sino también gratificante”.

Una de las características principales de los socios gerentes en esta modalidad de empresa tambera es ir delegando tareas en los socios tamberos a medida que la producción de leche va creciendo. La meta es no sacrificar calidad de vida por el exceso de trabajo.

“Esforzarse por dar el ejemplo, a todo nivel, la vocación al cambio hacia un sano crecimiento y la delegación de tareas, es nuestra forma de fomentar el trabajo en equipo”, manifestó Peluffo.

En cuanto a la situación actual del sector tambero, prefirió evitar quejas ni confrontaciones, pero resaltó su postura en una frase: “Hoy el productor recibe uno de los precios internacionales más bajos y el consumidor paga uno de los más altos”.