Chicos con Síndrome de Down

Cada vez que veo a un grupo de chicos Down caminando por las calles de pueblos y ciudades confieso que me inspiran hondos sentimientos de ternura. Son como ángeles de Dios; especiales, con hermosas aptitudes.

Hay que destacar la diferencia con que se los trataba medio siglo atrás y, desde hace algunas décadas, en nuestros días. Aunque hubo honrosas excepciones, antes se los ocultaba. Hoy, en cambio, se los presenta como lo que son, personas con todos los derechos y en igualdad con todos los demás.

Superado el primer shock ante la verificación del síndrome, se va dando en la familia la aceptación de la criatura, que pasa a ocupar el centro afectivo de todo el grupo familiar. Es frecuente que la noticia llegue mucho antes del nacimiento, gracias a la posibilidad de estudios realizados incluso en chiquitos con pocos meses de gestación. En este caso, lamentablemente, muchos recurren al aborto, pensando que de ese modo ahorran a su hijito una futura vida desventurada.

Afortunadamente, desde hace poco más de veinte años se ha ido tomando una mayor conciencia de las posibilidades concretas de vida normal que tienen las personas con síndrome de Down. Esto gracias a la medicina, a la psicología y a otras disciplinas, que han ido descubriendo aspectos antes desconocidos, lo que permite asistirlos con más y mejores medios. En un reportaje, el fundador de la Asociación Síndrome de Down Argentina (Asdra) Luis Bulit Goñi decía: "Lo que ha ayudado muchísimo son los avances que ha habido en la medicina preventiva, con la descripción de las patologías asociadas. Por otro lado ahora también prevalece una visión ética diferente. Antes, los médicos pensaban: ‘Como no va a servir, no lo curamos’. Si bien esta visión no está derrotada del todo, está cambiando".l