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EL LIBERAL . Santiago

Santiago inolvidable: los bailes de ayer...

08/10/2016 21:59 Santiago
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Santiago inolvidable: los bailes de ayer... Santiago inolvidable: los bailes de ayer...

Con el paso de los años,

las costumbres, las

modalidades y la moda,

van cambiando, y

no siempre para mejorar.

Yo nací en una

época en la que las cosas

y divertimentos,

estaban reservados

para los grandes, pero

cuando fui mayor,

las cosas se dirigían hacia la juventud,

pucha, que mala suerte!

Antes, en la era PR (pre rock), para

ir a un baile, tenías que haber pasado

la edad del pavo y haber alargado los

pantalones, siendo el primer paso, los

“vermouth danzante” reuniones familiares,

a las que se podía concurrir como

invitado o como “boga”

En la puerta,

siempre estaba la madre de la organizadora,

que luego de una mirada escaneadora,

te preguntaba ¿y vos quien

sos? y después de analizar los dos apellidos

que inventabas, decía: bueno

pasá, pero bajo sospecha!

En un amplio

patio cubierto por un toldo, sentadas

en las sillas estaban las que iban

a bailar y las que iban a planchar, una

mucama uniformada, ofrecía vasos de

Crush y algunos canapés, y de un toca

disco se oía la voz de Gregorio Barrios

cantando el bolero “Vanidad “.-

Los sábados a la noche, se podía

concurrir en los “Bancarios” a los famosos

“floor show” de Homero Luna

para bailar con los discos de Nacho

Araujo, y en las siestas de los domingos,

a los “Té danzantes”, en la confitería

Los Dos Chinos, con la orquesta

de Luis Napoleón Soria.

Bailar en el Parque de Grandes

Espectáculos, era toda una odisea.

Una vez fijado el objetivo, uno se dirigía

a la mesa en donde estaba siempre,

la hermanita menor con un vestidito

azul, el padre comiendo las milanesas

picadas que estaban al lado de

una jarra de clericó, y allí, en su trono

la mamá, que te echaba una mirada

de arriba abajo, murmurando, y…bueno.

Ceremoniosamente la invitabas

diciendo: mme permite? y ella respondía:

encantada joven…. y la acompañabas,

recorriendo unas 60 yardas,

hasta el centro de la pista, y cuando te

disponías bailar, chan chan, terminaba

el disco. A continuación, podía suceder

dos cosas: que la siguiente pieza

sea del mismo ritmo, o sino de otro difícil

de bailar como “Delicado” de Waldir

Acevedo, que estaba muy de moda,

y la repetían tanto, que le pusieron de

sobrenombre: “canto del sartén” (por

que rompía los huevos).

En la periferia de la ciudad, se desarrollaban

bailes en establecimientos

como “Grazziani” y el “Tinguilo” en los

cuales, cuando una chica era invitada

a bailar se excusaba diciendo que estaba

ya comprometida con aquel, señalándolo

con la punta del zapato, y

en otra bailanta, las damas concurrían

con sus bebés y al ser invitadas a danzar,

entregaban el chiquito a sus amigas,

diciéndoles: “Tomá tenemelo, que

salgo a bailar”, por lo que al lugar se lo

llamaba justamente “El tenemelo”. se

hizo tan popular que hasta le hicieron

un chacarera.

Eran tradicionales los bailes de fin

de año en el Lawn Tenis, y en fechas

conmemorativas, los realizados en las

sedes de las colectividades: Sirio Libanesa,

Italiana y Española. Justamente

en ésta última, en una reunión realizada

en pleno invierno, un muchacho,

usó un traje que lo había tenido guardado

por un tiempo, e invitó a bailar

a una galleguita recién llegada de España,

quien le comentó al compañero:

oiga joven, que olor a bolas tiene usted!...

el muchacho quedó petrificado

hasta que se dio cuenta que la españolita

se refería a las bolillas de naftalina.

Una noche concurrí a una reunión

en la Sociedad Italiana, en la que aparte

de tocar solamente tangos, repetían

el mismo, una y otra vez, extrañado

fui a reclamar al operador (DJ) y me

contestó que había pocos discos, cosa

que no era cierto, por lo que me quedé

a observarlo, y al ver unas actitudes

un tanto extrañas, le pregunté si sabía

leer? y el me respondió que no.-

En un tiempo, por decreto, se estableció

que la mayoría de los temas a

bailar sean de música nacional.

A mí

personalmente no me gustaba el tango,

por que al bailarlo, había que poner

una cara de porteño canyengue y

canchero, aparte de no saber hacer el

“ocho”. Además me parecían ridículas

las letras de algunos tangos como “El

Tarta”(cantado como un tartamudo) y

en otro lo hacían en jeringonza: “sepeñoporipitapa”,

y encima comparaban

al cafetín de Buenos Aires, con la madre.

Por lo que prefería un bolero, que

era más romántico. Espero de los tangueros

de hoy, no tomen a mal estas

apreciaciones que son puramente personales,

y por supuesto, se me ”piantaba

un lagrimón” cuando escuchaba

un tango en el extranjero.

La distancia entre las parejas, era

inversamente proporcional al cuadrado

del tiempo que faltaba para el compromiso

matrimonial, y al concretarse

éste, recién se permitía un leve

amure.-(buscar en Wikipedia el significado

de este término)

Todas estas modalidades, se repetían

años tras años, hasta que un día,

en los sesenta, en la primera función

“trasnoche” del cine Petit, exhibieron

la película “Al compás del reloj”

con Bill Halley y sus Cometas, presentando

por primera el Rock and Roll, y

desde el día siguiente, hubo un cambio

total en las actitudes de la juventud

santiagueña, en su forma de vestir,

divertirse y comportarse.

En cuanto a los bailes actuales,

pienso que los jóvenes de hoy, han

perdido, la oportunidad de experimentar

la maravillosa sensación de

acercarse, tomar la mano, y ceñir la

cintura de una hermosa chica

con el fondo musical de una

bella melodía.

¿Todo tiempo pasado fue mejor?

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