Santiago inolvidable: los bailes de ayer... Santiago inolvidable: los bailes de ayer...
Con el paso de los años,
las costumbres, las
modalidades y la moda,
van cambiando, y
no siempre para mejorar.
Yo nací en una
época en la que las cosas
y divertimentos,
estaban reservados
para los grandes, pero
cuando fui mayor,
las cosas se dirigían hacia la juventud,
pucha, que mala suerte!
Antes, en la era PR (pre rock), para
ir a un baile, tenías que haber pasado
la edad del pavo y haber alargado los
pantalones, siendo el primer paso, los
“vermouth danzante” reuniones familiares,
a las que se podía concurrir como
invitado o como “boga”
En la puerta,
siempre estaba la madre de la organizadora,
que luego de una mirada escaneadora,
te preguntaba ¿y vos quien
sos? y después de analizar los dos apellidos
que inventabas, decía: bueno
pasá, pero bajo sospecha!
En un amplio
patio cubierto por un toldo, sentadas
en las sillas estaban las que iban
a bailar y las que iban a planchar, una
mucama uniformada, ofrecía vasos de
Crush y algunos canapés, y de un toca
disco se oía la voz de Gregorio Barrios
cantando el bolero “Vanidad “.-
Los sábados a la noche, se podía
concurrir en los “Bancarios” a los famosos
“floor show” de Homero Luna
para bailar con los discos de Nacho
Araujo, y en las siestas de los domingos,
a los “Té danzantes”, en la confitería
Los Dos Chinos, con la orquesta
de Luis Napoleón Soria.
Bailar en el Parque de Grandes
Espectáculos, era toda una odisea.
Una vez fijado el objetivo, uno se dirigía
a la mesa en donde estaba siempre,
la hermanita menor con un vestidito
azul, el padre comiendo las milanesas
picadas que estaban al lado de
una jarra de clericó, y allí, en su trono
la mamá, que te echaba una mirada
de arriba abajo, murmurando, y…bueno.
Ceremoniosamente la invitabas
diciendo: mme permite? y ella respondía:
encantada joven…. y la acompañabas,
recorriendo unas 60 yardas,
hasta el centro de la pista, y cuando te
disponías bailar, chan chan, terminaba
el disco. A continuación, podía suceder
dos cosas: que la siguiente pieza
sea del mismo ritmo, o sino de otro difícil
de bailar como “Delicado” de Waldir
Acevedo, que estaba muy de moda,
y la repetían tanto, que le pusieron de
sobrenombre: “canto del sartén” (por
que rompía los huevos).
En la periferia de la ciudad, se desarrollaban
bailes en establecimientos
como “Grazziani” y el “Tinguilo” en los
cuales, cuando una chica era invitada
a bailar se excusaba diciendo que estaba
ya comprometida con aquel, señalándolo
con la punta del zapato, y
en otra bailanta, las damas concurrían
con sus bebés y al ser invitadas a danzar,
entregaban el chiquito a sus amigas,
diciéndoles: “Tomá tenemelo, que
salgo a bailar”, por lo que al lugar se lo
llamaba justamente “El tenemelo”. se
hizo tan popular que hasta le hicieron
un chacarera.
Eran tradicionales los bailes de fin
de año en el Lawn Tenis, y en fechas
conmemorativas, los realizados en las
sedes de las colectividades: Sirio Libanesa,
Italiana y Española. Justamente
en ésta última, en una reunión realizada
en pleno invierno, un muchacho,
usó un traje que lo había tenido guardado
por un tiempo, e invitó a bailar
a una galleguita recién llegada de España,
quien le comentó al compañero:
oiga joven, que olor a bolas tiene usted!...
el muchacho quedó petrificado
hasta que se dio cuenta que la españolita
se refería a las bolillas de naftalina.
Una noche concurrí a una reunión
en la Sociedad Italiana, en la que aparte
de tocar solamente tangos, repetían
el mismo, una y otra vez, extrañado
fui a reclamar al operador (DJ) y me
contestó que había pocos discos, cosa
que no era cierto, por lo que me quedé
a observarlo, y al ver unas actitudes
un tanto extrañas, le pregunté si sabía
leer? y el me respondió que no.-
En un tiempo, por decreto, se estableció
que la mayoría de los temas a
bailar sean de música nacional.
A mí
personalmente no me gustaba el tango,
por que al bailarlo, había que poner
una cara de porteño canyengue y
canchero, aparte de no saber hacer el
“ocho”. Además me parecían ridículas
las letras de algunos tangos como “El
Tarta”(cantado como un tartamudo) y
en otro lo hacían en jeringonza: “sepeñoporipitapa”,
y encima comparaban
al cafetín de Buenos Aires, con la madre.
Por lo que prefería un bolero, que
era más romántico. Espero de los tangueros
de hoy, no tomen a mal estas
apreciaciones que son puramente personales,
y por supuesto, se me ”piantaba
un lagrimón” cuando escuchaba
un tango en el extranjero.
La distancia entre las parejas, era
inversamente proporcional al cuadrado
del tiempo que faltaba para el compromiso
matrimonial, y al concretarse
éste, recién se permitía un leve
amure.-(buscar en Wikipedia el significado
de este término)
Todas estas modalidades, se repetían
años tras años, hasta que un día,
en los sesenta, en la primera función
“trasnoche” del cine Petit, exhibieron
la película “Al compás del reloj”
con Bill Halley y sus Cometas, presentando
por primera el Rock and Roll, y
desde el día siguiente, hubo un cambio
total en las actitudes de la juventud
santiagueña, en su forma de vestir,
divertirse y comportarse.
En cuanto a los bailes actuales,
pienso que los jóvenes de hoy, han
perdido, la oportunidad de experimentar
la maravillosa sensación de
acercarse, tomar la mano, y ceñir la
cintura de una hermosa chica
con el fondo musical de una
bella melodía.
¿Todo tiempo pasado fue mejor?