Diecinueve años de cárcel para verdulero por torturar, hasta matar, a jubilado ferroviario Diecinueve años de cárcel para verdulero por torturar, hasta matar, a jubilado ferroviario
La fría letra de la ley ayer se precipitó implacable en contra de un verdulero que en 2013 torturó y asesinó a un jubilado ferroviario, con el propósito de apropiarse de su jubilación.
A las 13, el tribunal condenó a Domingo Jesús Ojeda por "homicidio en ocasión de robo" de Ramón Dinos Centurión.
De acuerdo con la triste historia, el 7 de agosto del 2013, Centurión, de 84 años, oriundo de Pirpintos, Copo, fue sorprendido en su casa frente a la estación terminal en la ruta 5, Tintina, Mariano Moreno.
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Según lo confesó el propio Ojeda, irrumpió en la vivienda y lo golpeó; muy a pesar de señalar que cuando lo abandonó Centurión aun se movía, nada dijo sobre las condiciones en que quedó la víctima.
Para los investigadores, Centurión recibió una cruel paliza a trompadas.
Los forenses detectaron golpes en el rostro, en la cabeza y el tórax. No conforme, Ojeda lo había estrangulado con su propio cinto. Por las dudas, lo maniató.
Posición fiscal
"Homicidio calificado por ensañamiento y críminis causa en concurso real", eran los cargos atribuidos al sujeto por la fiscal érika Leguizamón.
Desde esa gravedad, la funcionaria había requerido prisión perpetua para Ojeda.
En su relato, Leguizamón destacó lo innecesario del castigo, ya que Centurión jamás representó una amenaza para el objetivo de Ojeda.
La víctima era un hombre que vivía solo. Tiempo atrás ya le habían robado dinero, maniobra que acabó salpicando hasta a una mujer que lo asistía en la limpieza de su casa.
Conocido en el pueblo
En el pueblo, casi todos conocían su rutina. Y sabían que percibía una jubilación de $3.000, trascendió. Ese dinero despertó la ambición en Ojeda aquella jornada.
En la antesala de la trágica paliza, el verdulero habría bebido con sus amigos. Como quedaron sin dinero, él habría salido a hacerse de efectivo a cualquier precio y costo.
Y Centurión padeció las consecuencias de un personaje despojado de cordura y sensatez.
Fue a la casa. Le exigió el dinero. Como no lo encontró, descargó su ira en la frágil humanidad del jubilado. Su muerte sobrevino después por lógica añadidura, enfatizaron los forenses.
