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EL LIBERAL . Viceversa

Textos de Lucía Kobylañski de Peralta

15/10/2016 18:32 Viceversa
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Textos de Lucía Kobylañski de Peralta Textos de Lucía Kobylañski de Peralta

La Nona 

Mis padres se fueron a Buenos Aires. Debían operar a mamá. Fui la responsable

de la casa y de mis dos hermanos; pero como la Nona se instaló para

cuidarnos, todo fue fácil, alegre y divertido. Nos convenció de que, dado

que a mamá le gustaba tanto el orden y la limpieza, nos dedicáramos, un poco

cada día, a mejorar la casa. Con borrador, limpiamos los escritos en las paredes

(podría describir cada centímetro de zócalo rescatado). Con ingenio,

arreglamos el viejo jarrón –preferido de Anita- pegando cintas y figuras de papel

brillante y colorido. Debimos cuidar las plantas: cada día cortar las hojas

secas, regar, querer y atender (ése es el secreto de un lindo jardín).

Por suerte, como la Nona era italiana, no nos torturaba con los deberes;

pero, “incansable hormiguita” nos tuvo todo el día “fregando”: ¿Cuándo volverá

mamá? Empecé a extrañarla.

Una tarde, sonó el teléfono. Corrí a atender. Era papá. La operación había

sido exitosa, pero debía permanecer allá un mes. Como no podía estar sin

nosotros iríamos a visitarla. ¿Saben lo que era ir a Buenos Aires? Tuve mucho

miedo sobre todo por Guyín de seis años, travieso, que siempre se ingeniaba

para “encontrar un chichón” y Miky que apenas tenía tres años. La Nona preparó

nuestras valijas y nos despidió. Papá nos esperó en la gran capital.

Doy fe de que Dios existe y de que el ángel de la Guarda nos protege. Llegamos

bien. Encontramos a papá, acompañamos a mamá y ¡conocimos tantas

cosas lindas!...

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Tardecita santiagueña

Qué alegría es poder salir con la Nona! La busco en su casa.

Está lista, con su impecable vestido de seda negro “perche e’ viuda”;

pero su rostro calmo, sonriente, pone color a la estampa. De

la mano, vamos por 24 de septiembre, a la Plaza Libertad, para

escuchar a la Banda de Música. Me explica: “éste es Frediani, el

que pasa cantando y taconeando fuerte, el ritmo”. Al llegar la Nona

saluda con respeto a Don Pedro Cinquegrani. “Es el Director –

enseña- merece distinción”. Lo que más me atrae es el bastidor

con luces y ver cómo el encargado coloca tres tiras horizontales

con el nombre, género y autor de la pieza musical. Los valses de

Strauss me invitan a danzar en torno a la retreta; las marchas, a

marcar el paso acompañando con palmas. Poco a poco mi abuelita

me inicia en la ópera, al reconocer partes de alguna de ellas...

Tengo una tentación: ¿si saco las tirillas, dejará de tocar la Banda?

Me hago la distraída y llevo mi empresa adelante. Quito la tercera

(no alcanzo las otras). Dos focos potentes me enceguecen. Me

descubrirán, sin duda; ¿pero quién me quita el placer de la aventura,

en un ambiente cargado del perfume de las flores, la cordialidad de

los vecinos, la belleza de la música?

Lo que debes saber
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