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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Lucas 18,9-14

22/10/2016 23:16 El Evangelio
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Evangelio según San Lucas 18,9-14 Evangelio según San Lucas 18,9-14

El que se ensalza

será humillado y el

que se humilla será

ensalzado

La narración de Lucas

del viaje de Jesús a

Jerusalén termina con

uno de los temas más

importantes de su concepción

teológica: “la

oración”. Ahora, de dos

personajes representativos

como un fariseo y un

recaudador.

El fariseo en su oración

de “acción de gracias”

expone sus virtudes

que desmenuza con

aire de complacencia.

él no es como los demás

hombres: ladrón,

injusto, adúltero, ni siquiera

como “ese recaudador”.

Practica sus

ayunos y paga sus diezmos

incluso por encima

de lo prescripto. El recaudador,

por el contrario,

no se atreve a

cercarse ni a levantar

los ojos al cielo; no da

gracias sino que pide

misericordia, golpeándose

el pecho se muestra

como un hombre

pecador. Y es ahí, justamente

en la confesión

de su pecado donde encuentra

la justificación,

la condición de “justo”,

que es lo que pretendía

el fariseo con su rechazo

del pecado, la práctica

del ayuno y pago

del diezmo. La conducta

del fariseo y su actitud

legalista no le permiten

conseguir la justificación

porque se fía

exclusivamente en sí

mismo.

La parábola muestra

cómo pensaba Jesús sobre

la búsqueda afanosa

de la propia justicia. La

auténtica rectitud moral,

en su dimensión religiosa,

no se obtiene por

una autocomplacencia

en los propios logros o

por una vana confianza

en las propias posibilidades;

ni el rechazo de

lo prohibido ni la observancia

de lo mandado,

dan derecho a una justificación

que sólo puede

provenir de la misericordia

de Dios.

Verdaderamente justo

a los ojos de Dios no

es el que cumple las observancias

de la ley, sino

el que, fiándose de la

misericordia divina, reconoce

su propia limitación

y confiesa sinceramente

su pecado.

Conclusión

No caben dudas que

Jesús trajo un nuevo

modo de vincularse con

Dios, que se sustenta en

su amor de misericordia

que sale en busca del pecador

para ofrecerle su

perdón y restablecerlo a

la comunión con El.

La ley con sus prerrogativas,

el culto con sus

formalismos, las instituciones

religiosas con sus

mecanismos burocráticos

y a veces excluyentes,

para nada hacen justos

y santifican a las personas;

todo lo contrario,

los vuelven orgullosos y

los hacen esclavos de sus

propias satisfacciones

que son un obstáculo para

experimentar el amor

de Dios.

Jesús nos ha liberado

de toda práctica formalista,

producto de

nuestro infantilismo religioso,

y nos ha invitado

a seguirlo en el camino

de la Cruz, que supone

el reconocimiento de

nuestra propia debilidad

y por eso la apertura a su

infinita misericordia.

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