Juzgan la "osadía" de un tío que encerraba en albergues transitorios a su sobrina de 8 años Juzgan la "osadía" de un tío que encerraba en albergues transitorios a su sobrina de 8 años
Por casi nueve años, un técnico en refrigeración habría ultrajado sexualmente a la hija de su hermano muerto, ya sea solos, también arrojándola a la cama con otra niña y hasta conduciéndola a albergues transitorios del norte, cubriéndole el rostro con cascos oscuros.
Tamaña conjunción de vejámenes ayer dejaron perplejos al fiscal Julio Carmelo Vidal y a los propios integrantes del tribunal: Juan Carlos Storniolo, Alfredo Pérez Gallardo y José Luis Guzmán.
Según la investigación, al morir su hermano, "Romerito" lo suplió en el rol de tutor de la niña y de sus hermanitos.
Desde ese cariño y responsabilidad, la familia depositó en el personaje, con residencia en el B° Huaico Hondo, absoluta confianza, cediéndole las puertas del hogar y protagonismo en los destinos de sus vidas.
Inocencia interrumpida
A los 4 ó 5 años "Romerito" habría empezado a manosear a la menor.
Jamás la pequeña asumió que aquello, con el tiempo devendría en el concepto de sexo.
Quizá a los 7 u 8 años la sometió sexualmente.
Como la niña de pequeña ya lavaba solita su ropa interior, nunca su madre advirtió que transitaba una pesadilla que tenía nombre y apellido.
No pasó mucho tiempo. Una tarde el sujeto le puso un casco a la sobrinita.
La subió a su moto y llevó a un lugar oscuro; donde la menor vio que "Romerito" pagó con dinero y los condujeron a una habitación.
Lejos, a oscuras
Meses después descubrió que era trasladada a albergues transitorios. Y que los cascos lo protegían a él de la exposición de graves vejámenes a una niña.
¿Por qué me hizo eso usted? preguntó ayer la víctima, al enfrentar al tío en el recinto, a puertas cerradas.
"No es cierto; no te hice nada", dijo "Romerito".
Sollozante, pero digna en su dolor, la adolescente relató a los jueces cada calamidad sexual vivida en las garras del individuo.
"Me zamarreaba, retaba", continuó la menor.
"Me llevaba tipo 8 de la noche a su casa y la mujer nos dejaba solos. Para mí ella sabía todo", acotó.
"Una vez, su hijo se metió en el baño. Me manoseó. Le dije que iba a contar eso y me respondió que el padre no le diría nada".
Madre y confidente
Después, los jueces escucharon el relato de la madre de la jovencita, quien habría subrayado que jamás advirtió nada raro en el vínculo hija-tío.
Otro testimonio determinate fue el de la vecina, a quien la menor confesó cada una de sus penurias.
Representó la persona en quien la víctima contaba sus penurias; le confió la pesadilla a casi una década. La testigo recreó aquel diálogo que rápidamente trasladó a la madre de la niña y ésta convirtió en denuncia y que forzó así la precipitada caída de "Romerito"