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EL LIBERAL . Padre Seschi

Destino

¡Buen día! ¿Existe el destino,

padre? Así, textualmente,

como salida de un cliché, la

pregunta se repite a lo largo de

los años. La escuché por vez

primera apenas ordenado sacerdote.

Y creo que continuará

formulándose mientras haya

inquietud por el futuro. Sobre

todo por el propio. El tema

del destino está muy ligado a la

visión fatalista de la vida: como

si ya estuviera decidido todo lo

que nos debe acontecer. Desde

luego, Dios ya conoce nuestra

vida en sus mínimos detalles:

pasado, presente y futuro. Pero

una cosa es el conocimiento

divino y otra muy distinta,

que Dios decida por nosotros.

Fuimos creados libres, de modo

que, en buena parte, cada

uno de nosotros es protagonista

de su propio destino. El tema

fue abordado por Miguel Ortega

Riquelme en su librito para jóvenes

“A ti te digo”. Lo que dice

vale también para nosotros,

los adultos:

Muchos se imaginan que

hay un arte muy extraño para

lograr penetrar el camino oscuro

ya trazado para cada hombre.

O que es necesario un gran

esfuerzo para acertar exactamente

los misteriosos planes

que Dios ha fijado para nosotros.

P

iensan que la vida es una

lotería o una ruleta: ¡Triunfa el

que acierta!

Pero los pensamientos de

Dios son verdaderamente bien

distintos de los nuestros. El

destino no está hecho. Se va

haciendo. La historia no está

escrita, se escribe hoy. En el

juego responsable de tu libertad,

en las opciones que haces

diariamente, en la fidelidad a tu

conciencia, en la escucha personal

y comunitaria a la palabra

del Señor, y en el discernimiento

atento que realizas con tus

hermanos, tú vas rompiendo el

tiempo y penetrando en él.

No mires, entonces, con fatalismo

y pasividad tu vida. Sé

dueño de tus actos y tus decisiones.

No arriendes a Dios lo

que él no te quiere alquilar.

Y porque tu libertad, tu vocación,

tus actos y tus decisiones

son personalmente tuyos,

verdaderamente tuyos, y

reflexivamente tuyos, tú puedes

decir que ésa es la voluntad

de Dios, y que eso es lo que

él quiere”.

La consigna: rezar como si

todo dependiera de Dios; actuar

como si todo dependiera

del hombre.¡Hasta mañana!l

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