Jesús hombre Jesús hombre
más de Jesús: su condición
divina o su dimensión
humana? Naturalmente,
para nosotros los cristianos
es más importante su divinidad,
pero existe siempre
el peligro de poner en penumbra
esa otra realidad:
su condición de hombre.
Jesús es el Hombre, por
antonomasia. El ideal supremo
de toda realización
humana. Tan supremo que
jamás lo rozó el pecado, por
muy fuerte que hayan sido
las tentaciones. Nació
perfecto, pero, paradójicamente,
aprendió como todos
el arte de vivir. Aprendió
a comer, a hablar, a caminar,
a trabajar... Y también
a amar. Porque también
el amor es un arte que
se aprende como todo lo
demás. A propósito, hay un
librito de Miguel Ortega Riquelme
que rescata sobre
todo la dimensión humana
de Jesús: “Pasó haciendo
el bien”. Se lee muy fácil,
se lee muy bien, como todo
lo que hace este buen autor
chileno. Le acerco sólo una
muestra: “Jesús es hombre
por su amor. Ama apasionadamente.
Quiere a sus
amigos, y es capaz de dar
por ellos la vida, pues ése es
el amor más grande.
Ama a su madre, a los
más tristes y pobre, a las
mujeres que lo acompañan
y a la muchedumbre
desorientada que camina
como ovejas sin pastor. Y
él se coloca humildemente
como ejemplo de amor
al darnos un nuevo mandamiento:
“ámense entre
ustedes, así como yo los
he amado”.
Es hombre por sus emociones.
El llanto y las lágrimas
no lo humillan al llorar
en público por el amigo
muerto. Mira con indignación
y enojo por el amigo
muerto. Mira con indignación
y enojo a los fariseos
y maestros de la ley por su
estrechez e hipocresía. Con
una soga se fabrica un látigo,
da vuelta las mesas,
desparrama el dinero y expulsa
del atrio del templo a
los que comercian en él. Se
alegre y llena de gozo porque
los discípulos por él enviados
han tenido una buena
acogida en un viaje misionero.
Se queda dormido
en una barca mientras hace
la travesía del lago porque
necesita descansar un
rato...”
La bella página sigue
describiendo numerosas
facetas de Jesús hombre. Si
no tiene ocasión de leer todo
el librito, imagínese lo
demás, siguiendo las páginas
del Evangelio. No se
arrepentirá.
¡Hasta mañana!l