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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Lucas 10,21-24.

28/11/2016 21:31 El Evangelio
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Evangelio según San Lucas 10,21-24. Evangelio según San Lucas 10,21-24.

En aquel momento Jesús

se estremeció de gozo, movido

por el Espíritu Santo, y dijo:

“Te alabo, Padre, Señor del

cielo y de la tierra, por haber

ocultado estas cosas a los sabios

y a los prudentes y haberlas

revelado a los pequeños.

Sí, Padre, porque así lo

has querido. Todo me ha sido

dado por mi Padre, y nadie sabe

quién es el Hijo, sino el Padre,

como nadie sabe quién es

el Padre, sino el Hijo y aquel a

quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Después, volviéndose hacia

sus discípulos, Jesús les

dijo a ellos solos: “¡Felices los

ojos que ven lo que ustedes

ven! ¡Les aseguro que muchos

profetas y reyes quisieron ver

lo que ustedes ven y no lo vieron,

oír lo que ustedes oyen y

no lo oyeron!”.

Comentario

Durante siglos, antes que

Jesús viniera a la tierra, todos

los profetas, uno tras otro,

estaban en su puesto de guardia,

en lo alto de la torre; todos

esperaban atentamente

su venida en la oscuridad

de la noche. Velaban sin cesar

para sorprender el primer

albor de la aurora... “Oh Dios,

tú eres mi Dios, desde la aurora

te busco. Mi alma está

sedienta de ti como tierra reseca,

agostada, sin agua”...

“¡Ah, si rompieses los cielos

y descendieses! Ante tu faz

los montes se derretirían como

prende el fuego en la hojarasca...

Desde los orígenes

del mundo, lo que ni el ojo vio,

ni el oído oyó, ni al corazón del

hombre llegó, lo que Dios preparó

para los que le aman”.

Sin embargo, si alguna vez

unos hombres han tenido el

derecho de atarse a este mundo

y de no desinteresarse de

él, fueron ésos servidores de

Dios; se les había dado participar

de la tierra, y según las

mismas promesas del Altísimo,

ésa debía ser su recompensa.

Pero nuestra recompensa,

la que nos concierne,

es la del mundo venidero...

También ellos, estos grandes

servidores de Dios, a pesar

de su valor, han sobrepasado

el don terrestre de Dios

para atarse a unas promesas

más bellas todavía; por esta

esperanza han sacrificado

lo que tenían en posesión. No

se contentaron con menos sino

con la plenitud de su Creador;

buscaban ver el rostro de

su Libertador. Y si para alcanzar

esto era preciso que la tierra

se quebrara, que los cielos

se abriesen, que los elementos

del mundo llegaran a

disolverse para, al fin, darse

cuenta que es mejor que todo

se hunda ¡mucho mejor que

seguir viviendo sin él! Tal era

la intensidad del deseo de los

adoradores de Dios en Israel,

los que esperaban lo que había

de venir... Su perseverancia

da prueba de que había

alguna cosa que esperar. ?

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