Muerte de Libarona Muerte de Libarona
entre convulsiones, el
11 de febrero de 1841, en
brazos de Agustina. Ella
consiguió que dos días
después, viniera un carro
para conducir el cadáver
hasta el cementerio
de Matará. Pero no
fue posible subirlo al vehículo:
“los miembros
se separaban y las carnes
se caían a pedazos”.
Debió enterrarlo en el
mismo sitio donde había
muerto.
Después se despi -
dió del desolado Unzaga
-quien sería muerto
a lanzazos en 1844- tras
pedirle que marcara con
una señal el sitio de la
tumba, y regresó a la
ciudad. Luego de cuatro
días de viaje pudo abrazar
a su familia en Santiago.
Ni bien recuperó
algo las fuerzas partió
con sus hijas a Tucumán,
para jamás volver.
Pasaron los años. Las
chicas se hicieron grandes.
Elisa se casó en
1858 con el industrial
Juan Manuel Méndez,
dueño del ingenio La
Trinidad. Tuvieron seis
hijos. Murió en 1869 y
el viudo procedió a casarse,
en 1870, con Lucinda,
de cuyo matrimonio
nacieron otros seis.
De s p u é s , Ag u s t i -
na estaba en Salta a comienzos
de la década de
1860, cuando el viajero
francés Benjamin Poucel
pidió que le narrara
aquellas peripecias
de 1840-41. Las publicó
primero en un diario
porteño y luego en
“La vuelta al mundo”,
en París. Su texto apareció
allí en 1863, en la
famosa revista “Correo
de Ultramar”, ilustrado
con grabados. En 1925
se editaría, traducido,
en el folleto “Infortunios
de la matrona santiagueña
doña Agustina
Palacio de Libarona,
la heroína del Bracho”.
Se informa allí que existía
también un manuscrito
con el relato de la
odisea, redactado por
su cuñado Santiago Libarona,
con correcciones
de mano de la misma
Agustina.
Según referencias del
doctor Jorge Iramain,
extraídas de cartas de
familia, Agustina Palacio
de Libarona falleció
en Salta, el 13 de diciembre
de 1880.l