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Ganancias: el hambre y las ganas de comer

09/12/2016 00:00 Opinión
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Ganancias: el hambre y las ganas de comer Ganancias: el hambre y las ganas de comer

N o hay peor derrota que aquella que deja a los perdedores convencidos de que obtuvieron un resonante triunfo ni combinacion mas peligrosa que la ignorancia con poder. Por estos dias, gran parte de los trabajadores en relacion de dependencia respiran aliviados por la aprobacion en la Camara de Diputados del proyecto consensuado entre trece bloques opositores para modificar el impuesto a las Ganancias, sin reparar en las consecuencias terribles que podrian derivar de algunas de las clausulas. Desde ya que estas consideraciones no significan apoyar la iniciativa del oficialismo, con un incremento del minimo no imponible demasiado mezquino y recortes en las deducciones por familia, lo que llevaria casi a duplicar la cantidad de personas abarcadas por un tributo que hasta no hace mucho tiempo representaba una preocupacion exclusiva de gerentes y ejecutivos. Las falencias de cada proyecto son diferentes, pero en algo hay una coincidencia: en ningun caso se propone la posibilidad de solventar el costo fiscal de la medida con una baja del gasto publico. En ese aspecto, se juntaron el hambre y las ganas de comer. Cada parte siente que cede mas de lo aceptable en favor de la otra, en medio de la trampa de la coparticipacion: lo que favorece a unos perjudica a otros, en una pelicula que repite una escena que ya se pudo presenciar meses atras. En ese caso, la ¡§contienda¡¨ de las provincias fue con los jubilados, a raiz de que las mejoras en el regimen del reparto de impuestos fue en detrimento del financiamiento de la Anses. El Gobierno nacional postergo una definicion desde los tiempos de la campana electoral. Se subio por decreto el minimo no imponible congelado desde agosto de 2013, que la inflacion se encargo de desactualizar en pocos meses, pero se postergo un ano el envio de un proyecto de ley al Congreso para completar la adecuacion del tributo. Con un numero clave: 27.000 millones de pesos es el tope del costo fiscal que se admite. Todo gasto adicional, se aclaro, debera contar con una fuente explicita de financiamiento. Los diputados de la oposicion aseguran que cuentan con esos recursos, aunque resta saber si alguno evaluo las consecuencias que los nuevos impuestos propuestos tendran sobre el bolsillo de los trabajadores que dicen defender. La decision de gravar los plazos fijos de mas de un millon de pesos y las letras del Banco Central es una invitacion a la compra de dolares. No hay que ser un mago de las finanzas para darse cuenta, mucho menos despues de la timida recuperacion tras la desbancarizacion derivada de la crisis del 2001. Con tasas reales negativas (17 por ciento anual cuando las expectativas del mercado mas optimistas preven una inflacion del 20 por ciento para 2017), el ¡§regalo¡¨ del nuevo impuesto obtendra la respuesta obvia del fraccionamiento de las colocaciones o, directamente, el pase masivo al dolar. Mucho mas grave es el escenario previsible para las Lebacs. Una opcion es que los interesados pugnen por una tasa mayor que compense el costo impositivo. La otra, es que directamente decidan no renovarlas y, como con los plazos fijos, tambien se vuelquen al dolar. Con un pequeno detalle: el stock de letras supera los 700.000 millones de pesos y cada semana se renuevan mas del diez por ciento de ese monto. Las consecuencias serian, entonces, un aumento de las tasas de interes, una cotizacion del dolar inimaginable, un incremento de la base monetaria hasta su duplicacion y, por ende, una inflacion incontrolable. En definitiva, sera muchisimo mas lo que el trabajador pierda por esos efectos que lo que pueda ganar por las modificaciones de Ganancias. Y, por si no alcanzara con eso, la recaudacion adicional que se pretendia lograr con estos nuevos impuestos seria casi nula. Pero por las criticas lanzadas desde el oficialismo, pareciera que esas consecuencias no fueron advertidas o no son de su interes. Solo se hace hincapie en el deterioro del deficit fiscal, aspecto desde ya grave, pero secundario al lado de los perjuicios senalados. En cuanto a los gobernadores, como es habitual, la preocupacion se circunscribe a cuanto perderan las provincias por coparticipacion. El hambre y las ganas de comer se juntan en el objetivo comun de defender sus cajas, sin siquiera pensar en la opcion de reducir el gasto, una solucion que evitaria todos los inconvenientes senalados. Al respecto, el economista Miguel Boggiano asegura que ¡§todos los gobiernos han tenido la muy mala costumbre de gastar mas de lo que recaudan y esta ley de Ganancias es la excusa del Gobierno para aumentar impuestos y tratar de balancear su deficit. En eso, hay que decir que ningun politico hace lo que se debiera hacer, que es explicar como reducir el gasto¡¨. Es imposible que los legisladores que participan de este debate desconozcan que su realidad subyacente es la carga impositiva mas alta de la historia argentina. Los que se quejan por esa carga exceden a los fanaticos del ¡§Estado minimo¡¨ y alcanza a sectores del trabajo, la industria y el comercio para quienes la mochila tributaria es un peso que compromete y hasta imposibilita sus actividades. Boggiano lo pone en numeros cuando asegura que ¡§si se suman todos y cada uno de los impuestos y tasas nacionales, provinciales y municipales, la presion esta cerca del 70 por ciento. Si el 40 por ciento de la economia es en negro, es en respuesta a esa carga tributaria¡¨. Si oficialistas y opositores lo saben y, a pesar de ello, siguen con la postura de aumentar impuestos, solo resta preguntarse quien defiende a los contribuyentes. Si se trata de los pequenos, enrolados en el monotributo, la iniciativa oficial impacta por su sinceridad. Despues de cuatro anos y una inflacion acumulada de por lo menos el 180 por ciento, los topes para las categorias apenas se ajustaron un 50 por ciento, lo que implica que la mayoria subira de rango y algunos directamente queden excluidos del regimen. El que crea que fue un error de calculo puede ir cambiando de opinion: el aporte jubilatorio aumenta un 91,8 por ciento y el impuesto integrado, hasta un 200 por ciento. En ese contexto, la carga tributaria para el sector formal transforma el sentido de los reclamos. Y asi, si en Estados Unidos el pedido de reduccion de impuestos es la bandera de los sectores conservadores mas recalcitrantes, en la Argentina es apenas una apelacion al sentido comun y a la supervivencia. Apelacion que, por lo visto, hasta ahora no encontro la forma institucional para ser canalizada. ƒÜ

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