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EL LIBERAL . Padre Seschi

Enfermedad y sonrisa

09/12/2016 21:58 Padre Seschi
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Enfermedad y sonrisa Enfermedad y sonrisa

¡Buen día! Que la sonrisa es terapéutica pocos son los que lo dudan. No es lo mismo visitar a un enfermo con la cara adusta que hacerlo sonriendo. Tal vez no pueda curarse el mal, pero se lo soporta de otro modo. El enfermo se siente acompañado, comprendido, ayudado. Comparto un testimonio de Pedro Lamet.

“No olvidaré nunca una sonrisa de un enfermo de cáncer que, consciente de que le quedaban pocos días de vida, obsequiaba así con un optimismo profundo a cuantos iban a visitarlo. Tampoco se borrará nunca de mi mente el gesto del padre Arrupe. Mientras aun tenía conciencia y, a pesar de la depresión lógica de su trombosis, cuando iba a besarle la mano, te tomaba la tuya para hacer lo propio. Hay enfermos que son entre nosotros señales magníficas de humanidad y ternura. Porque la sonrisa, cuando todo va bien, es hasta cierto punto fácil... Pero cuando cuesta sonreír, ésta es como un milagro, como una flor que sugiera por generación espontánea en medio de un lodazal.

Sin embargo, por contraste, son ellos los que necesitan más de nuestra sonrisas. Hoy los enfermos de los grandes hospitales parecen piezas de una cadena de montaje. Se le ata a la muñeca un numerito y... a correr de médico en médico, enfermera en enfermera, aparato en aparato. Al final no se sabe realmente si aquello es un ser humano con nombre y apellido o una papa caliente que a todos quema.

Si sonriéramos no sólo ayudaríamos a curarse a los enfermos, sino a muchos heridos que deambulan por ahí con la patente de sanos, y no creen en la vida porque nadie les ha mostrado efectivamente la capacidad de regeneración del ser humano que surge siempre de volver a sonreír desde dentro, a pesar de todo”.

Lamet habla de los heridos que deambulan con la patente de sanos. En realidad son muchos más de lo que imaginamos. Cuanto menos dispuestos están para sonreír, más necesitan que una sonrisa les ilumine el alma. Puede ser que, en el peor de los casos, la respuesta no sea una sonrisa. No importa. Valió a pena el intento. La luciérnaga no cambia la noche en día, pero ¡qué bueno que titile en miles de pequeñas luces! ¡Hasta mañana!

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