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EL LIBERAL . Opinión

Bicentenario del levantamiento autonómico y fusilamiento de Juan Francisco Borges

10/12/2016 00:00 Opinión
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Bicentenario del levantamiento autonómico y fusilamiento de Juan Francisco Borges Bicentenario del levantamiento autonómico y fusilamiento de Juan Francisco Borges

D oscientos años después, Pitámbalá. Sin los árboles, sin el grueso monte oscuro, parece dormido en su sueño inmortal. Borges daba allí su batalla contra las fuerzas tucumanas que reprendían su segundo levantamiento autonómico, que comenzará un día como hoy, 10 de diciembre deteniendo al Teniente de Gobernador Gabino Ibáñez, mandado por las fuerzas del Congreso de Tucumán, para dar certezas, confianza, y autoridad, ante el inquietante y sospechoso estado de ansiedad del General Belgrano sobre Santiago del Estero, apostado en la Ciudadela -Tucumán-, tanto así que motiva las sesiones del Congreso de Tucumán, para tratar específicamente el tema santiagueño en los días 30 y 31 agosto, y del 28 de septiembre (las sesiones del 31 de agosto y del 28 de septiembre son secretas). ¿Por qué hay tanta agitación sobre la situación ¿política? de Santiago del Estero, si el único "díscolo" es Juan Francisco Borges? Un papel elevado a Pueyrredón, perdido en un Fondo Documental de mediados de agosto de 1816, revela que un grupo de vecinos de Santiago pide por Borges para el cargo de Teniente de Gobernador, ante el vacío producido por la renuncia por "enfermedad" de Tomás Juan Taboada. Cuando se levanta el 10 de diciembre de 1816, Borges está solo. No es la primera experiencia, también estaba solo las jornadas que van del 4 al 7 de septiembre de 1815, cuando se levanta contra el Teniente de Gobernador nombrado por el caudillo tucumano, Bernabé Aráoz. ¿Dónde están los vecinos que firmaron la petición de agosto de 1816 para "reponer" a Borges como Teniente de Gobernador, cuando se los necesitan? Es probable que antes que credulidad sea su espíritu apasionado y omnipotente el que lo haya llevado, por segunda vez, a pensar que recibiría apoyo santiagueño a una causa que, más allá de sus intereses, todos acordaban: había una profunda injusticia histórica en haberse convertido en una división administrativa y rentística de Tucumán, la ciudad que fundara el sobrino de Francisco de Aguirre, Diego de Villarroel, 12 años después que éste llegara a Santiago del Estero. La brega de Juan Francisco Borges era importante. La transmisión de su mensaje político desde que llegara de España, en las pulperías, entre los soldados de las milicias voluntarias, el bajo pueblo obrero, y los indios que hacían de intermediarios de la información que llegaba, respecto de sus comunidades, que a su vez se vinculaban con el resto de las comunidades de los pueblos originarios, transmitiendo la situación, que de algún modo los iba involucrando de una manera vertiginosa en la vida política santiagueña, desde los levantamiento de Túpac Amaru y sobre todo de Tupac Catari en el Alto Perú , haciendo una demostración de fuerza oportuna, política y militarmente enorme, en el levantamiento que se produce en Salta, en el Fuerte de Río Negro, donde las tribus chaqueñas aprovecharon a unirse y combatir, aliados a quichuas y aymaras, provocando una feroz represión que tardó en doblegar las fuerzas que venían de la selva (1781). La comunicación que había establecido con ellos Borges, en las pulperías y luego en sus fiestas comunitarias y de comensalidad, iba a ser una clave de la pedagogía tecnopolítica que había llegado para quedarse (Ibarra, Antonino Taboada e incluso Absalón Rojas utilizarían recursos similares, en algún caso idéntico), a ellos les tocó cumplir desde aquel levantamiento incrustado en la memoria de todos los santiagueños vecinos o no, blancos, indios y negros, pero especialmente respecto de sus propias reivindicaciones, un rol de importancia, ser transmisores orales, difundir el mensaje de Borges, y el liderazgo político de Borges (el papel de Silverio Borges, el esclavo de confianza de Juan Francisco Borges en los levantamientos, fue crítico respecto de sus resultados -Testimonios en el Proceso contra Juan Francisco Borges, año 1815-). Es notable que el efecto de los levantamientos del siglo XVIII hayan sido tan extensos: "…La región andina, desde Jujuy hasta Mendoza, fue la que más hondamente sintió la sacudida profunda emanada de Tinta. El movimiento rebelde fue en ella tanto más intenso, cuanto más lejos estaba de su foco principal…" [Boleslaw Lewin, 1976] y que a pesar de las fragmentaciones culturales, idiomáticas y dialectales entre las tribus que compondrán la rebelión "…en 300 leguas que se cuentan de longitud, desde el Cusco hasta las fronteras del Tucumán en que se contienen 24 provincias, en todas prendió casi a un tiempo el fuego de la rebelión, bien que con alguna diferencia en el exceso de crueldades…" [Valcárcel, Tupac Amaru]. Borges se interesa en sus cuestiones particulares, no hace distingos, su política de integración tenía algo militante, en el sentido de convencerlos respecto de determinadas ideas (por ejemplo y quizá la más importante, la continuidad del planteo libertario entre el levantamiento de Tupac Amaru y lo que implicaba la revolución, la independencia y la autonomía). Habita con ellos una especie de submundo que la elite gobernante verá muy mal, síntoma de que ese hombre, Borges, no podría haber conseguido la Orden de Caballería de Santiago, ni mucho menos estar a cargo de la Revolución, y luego de la Autonomía. Era otro síntoma del carácter imprevisible e indomable de Borges. Su permanente vocación de hacer participar a todos los pueblos de la provincia de la elección de Gobernador que su levantamiento provocaba en el año 1815, no sólo era una estrategia electoral para ser electo, era también convocar a quienes las decisiones de la elite en la capital de Santiago postergaba (testimonios de Juan Francisco Borges, de Pedro Francisco Carol, José Hilario Carol, etc., Proceso del año 1815). El Hijo de la Guerra Este Borges es hijo del fenómeno del levantamiento indígena, lo es en muchos sentidos, es hijo porque su padre muere en el segundo sitio a La Paz, al mismo tiempo que él, Juan Francisco Borges pelea en otro sitio, y es atrapado por los indios, por los "rebeldes" como le llama su madre, Josefa Urréjola (carta al Virrey, 1796), de quienes se libera. Es hijo porque a los quince años el Rey le dirige una carta designándolo Capitán de Infantería. Es hijo porque su reputación en el campo de batalla se torna en leyenda durante un momento, relato que hace el Comandante de Armas de La Paz, de la instrucción que imparte, de los encuentros armados que libra, y de la región de la que queda a cargo. De manera que la experiencia en La Paz definirá su vida, y respecto de este momento, hace dos siglos, el 10 de diciembre de 1816, lleva varios años hablando con los caciques y los indios rasos, con las castas, con los negros libertos, algo que sólo él y este bajo pueblo reconocen, los términos en que rehacer el diálogo político que los fenómenos de Tinta y La Paz -que no son sino otras maneras de estar en contacto con la misma materia-, continúan por vía de acuerdos implícitos dados en la mutualidad y empatía-. Logra un ejército que alcanza a más de mil hombres, sin formación, con los que llegan a Pitámbalá, donde serán sorprendidos por Lamadrid el 26 de diciembre (carta de Gabino Ibáñez al Gobernador de Córdoba, 20 de diciembre de 1816). Es una buena manera de empezar a responder la pregunta de quién era Borges, respecto de sus contradicciones, sus altibajos, sus autosabotajes. Toda la comprensión que Borges tiene de sí le viene de la guerra. La noción del honor militar va a jugarle en contra en reiteradas ocasiones, en que sin necesitar ponerlo en acto, termina por defender su honor o el de otros, llevándolo a situaciones extremas, como pasar seis años en cárceles del siglo XVIII y principios del XIX: oponiéndose al Gobernador de La Paz; al Comandante de Armas de La Paz, por defender el Regidor de Real Hacienda; luego y en reiteradas ocasiones al Cabildo santiagueño - toda la vida política santiagueña del período julio 1808 a febrero 1810, puede resumirse en la belicosidad del enfrentamiento Borges vs. Cabildo-; a Ortiz de Ocampo; a Castelli, que arrastrará cierto encono con la Junta Grande; al Primer Triunvirato, y sobre todo, a su poderoso Secretario, el omnímodo Rivadavia; más Belgrano y San Martín. Revolucionarios y los Autonomistas, el Bajo Pueblo Quiénes son los hombres que forman la segunda línea del ejército que Borges crea, los "Patricios Santiagueños", sino este bajo pueblo, mayoritariamente indios, y la constante sangría de hombres que las tres campañas al Alto Perú, las tres infructuosas campañas militares al estremecido Alto Perú, en la figura de Castelli, de Belgrano, Rondeau y luego Güemes que no cesan de pedir a Santiago hombres, que son específicamente indios, los que morirán en el Alto Perú enterrados en fosas comunes, sino los mismos 200 hombres que una fría noche de septiembre de 1815 defienden la Plaza Libertad, un baldío extenso, al que llenaron de tierra y piedra para improvisar barricadas, esperando las fuerzas que Tomás y Antonio María Taboada traen desde Tucumán para aplastar el primer levantamiento autonómico de Borges. (No deja de ser estremecedor leer la carta de Joseph Lugones que, en marzo de 1815, dirige al Cabildo, diciendo que no hay más hombres en Loreto, que aquellos que quedan están lisiados o mutilados). ¿De qué se trata este cambio en la biopolítica en diálogo rupturista y dominante que Borges los persuade en creer y a cambiar su dinámica? ¿Por qué este bajo pueblo participaría de esta forma en los diversos acontecimientos políticos y militares, es decir, político también, sino porque se sienten partícipes por alguna razón que hasta aquí, la historiografía no ha dicho? Porque Borges es realista hasta el último día antes de la Revolución y se convierte en revolucionario al día siguiente, está justamente plantado y sembrado, en la situación de su renacimiento, la vez que salvó su vida y perdió la de su padre en La Paz, porque no sólo es el español vencedor también es el indio vencido, esos dos lados que le permiten por un lado esperar gracias reales, ir a España, tomar nada más y menos que posesión de la membrecía de la Orden de Caballería de Santiago, el elemento más filoso de la creencia en la potestad real española sobre los infieles, entre ellos, la América india, más otros planteamientos por los meritos y servicios de su padre y de los propios por aquel levantamiento, y luego convertirse en un permanente agitador de la revolución (carta del 15 de julio de 1810, de Borges a Mariano Moreno, denunciando la elección "realista" de Lami). Y luego, sin solución de continuidad, sin esperar la Independencia, a un autonomismo sui generis, que parece figurar una idea federal, sino fuera, definitivamente, más bien un planteamiento de autogobierno de Santiago integrando una nación y nada más que eso, más parecido a Güemes que a Artigas. Borges es un soldado continuo, un combatiente sin pausas, un oficial incesante. Lo es de la las causas justas, de lo que percibe en varios ciclos de su vida como justo. El nacimiento como hombre se da en el levantamiento indígena, que será el gran diferencial respecto de los hombres de su tiempo. Es el vencido y el vencedor, el que lleva las cadenas y el que las forja, el prisionero y el guardia. Por eso pudo tener la empatía necesaria para el diálogo político-militar para llevar a los santiagueños a creer en la idea de una revolución, de una independencia y en una autonomía fundada en bases políticas de integración. .

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