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EL LIBERAL . El Evangelio

La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros

23/12/2016 23:01 El Evangelio
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La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros

La carta a los Hebreos nos dice: “Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas, ahora, en este tiempo final nos habló por medio de su Hijo” (Heb 1,1-2). Ese Dios que hablaba desde las nubes, o la zarza ardiente, en la voz de los profetas, ahora habla por medio de su Hijo. Juan nos dice que “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Dios no es un ser cerrado en si mismo, autista y autocomplaciente, sino un Padre de misericordia que se comunica en su Hijo, hecho carne, vida humana, pan y luz para el mundo. Jesús hace cercano el misterio de Dios, nos comunica su amor, su vida, viene a morar en medio de su pueblo. Por eso es el Emanuel, el Dios que vive en medio de su pueblo, para enjugar las lágrimas de todos los que sufren, para sanar los corazones, para devolver la alegría y el sentido de la vida a una humanidad que deambula sin encontrar la paz.

Dios está en Jesús en medio nuestro, comunicándonos su Espíritu, que alienta y nos ayuda a vivir este encuentro amoroso con el Padre. Dejar que Jesús entre en nuestro corazón, recibirlo con entusiasmo, dejarnos sorprender por su presencia siempre amiga y reconciliadora, abrirle las puertas de nuestro hogar para que el haga posada allí, compartiendo nuestras alegrías y tristezas, ayudándonos a recuperar la esperanza de saber que estamos llamados al amor, a la belleza, la verdad y el bien.

Jesús está a nuestro lado y sin embargo no siempre lo podemos ver, lo andamos buscando, como diría San Agustín, entre las cosas de la creación.. A veces lo confundimos en las imágenes que hemos hecho de él, y que sin embargo poco lo identifican. Por eso, esta Navidad nos invita a volver a Jesús, a dejar que nos hable al corazón, que nos llame como llamó a esos primeros discípulos en el lago de Galilea; escuchar que nos diga nuevamente: “ven y sígueme”. Sólo así, entonces, siguiéndolo, compartiendo su vida y su proyecto de Reino, podremos conocerlo más, para amarlo y servirlo, para disfrutar de su presencia y ver su gloria.

Conclusión

Y esa experiencia de encuentro con Jesús nos invita a compartirlo con los demás, que otros lo conozcan y amen como nosotros; que puedan experimentar el gozo del seguimiento, la alegría inmensa de caminar tras los pasos del Nazareno. ¿Cuántos desean conocer y amar a Dios hasta darle sus vidas? ¿Cuántos quisieran ser parte del grupo de discípulos de Jesús?

La Palabra hecha carne, Jesús el Hijo de Dios, debe ser anunciado a todos, a tiempo y destiempo (“ Tim 4,2), que ninguna persona pase por la vida sin haber oído hablar de él, sin haber conocido su proyecto, sin haberse dejado amar por él. Esa es nuestra misión, de los cristiano, que lo conozcan a Jesús y al Padre (Jn 17, 3), al mundo nos envía para darlo a conocer (Jn 17, 18), y reza por nosotros para que seamos fieles y por aquellos que creerán por nuestro testimonio (Jn 17, 20).

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