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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 20,2-8.

26/12/2016 22:38 El Evangelio
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Evangelio según San Juan 20,2-8. Evangelio según San Juan 20,2-8.

El primer día de la semana,

María Magdalena corrió al

encuentro de Simón Pedro y

del otro discípulo al que Jesús

amaba, y les dijo: “Se han llevado

del sepulcro al Señor y no

sabemos dónde lo han puesto”.

Pedro y el otro discípulo

salieron y fueron al sepulcro.

Corrían los dos juntos, pero

el otro discípulo corrió más

rápidamente que Pedro y llegó

antes.

Asomándose al sepulcro,

vio las vendas en el suelo, aunque

no entró.

Después llegó Simón Pedro,

que lo seguía, y entró en

el sepulcro: vio las vendas en el

suelo, y también el sudario que

había cubierto su cabeza; éste

no estaba con las vendas, sino

enrollado en un lugar aparte.

Luego entró el otro discípulo,

que había llegado antes al

sepulcro: él también vio y creyó.

Comentario

Pienso que los cuatro evangelios

son los elementos esenciales

de la fe de la Iglesia, y

pienso que las primicias de los

evangelios se encuentran... en

el evangelio de Juan que, para

hablar de aquello donde otros

hicieron la genealogía, comienza

por el que no la tiene. En

efecto, Mateo, escribiendo para

los judíos que esperan al hijo

de Abraham y de David, dice:

“Genealogía de Jesucristo, hijo

de David, hijo de Abraham”;

y Marcos, sabiendo bien lo que

escribe, pone: “Principio del

Evangelio”. El fin del Evangelio

la encontramos en Juan: este

es “el Verbo que estaba al principio”,

la Palabra de Dios. Pero

Lucas, también reserva para el

que reposó en el pecho de Jesús

los discursos más grandes

y más perfectos sobre Jesús.

Ninguno de ellos mostró su divinidad

de manera tan absoluto

como Juan, que le hace decir:

“Yo soy la luz del mundo”, “Yo

soy el camino, la verdad y la vida”,

“Yo soy la resurrección”,

“Yo soy la puerta”, “Yo soy el

buen pastor” y, en el Apocalipsis,

“Yo soy el alfa y el omega,

el principio y el fin, el primero

y el último”.

Hay que atreverse a decir

que, de todas las Escrituras,

los Evangelios son las primicias

y que, entre los evangelios, las

primicias son las de Juan, y nadie

lo puede entender si no estuvo

recostado en el pecho de

Jesús y si no recibió de Jesús

a María, como madre... Cuando

Jesús le dice a su madre:

“He aquí a tu hijo” y no: “He

aquí, que este hombre es también

tu hijo”, es como si le dijera:

“He aquí, a tu hijo a quien

diste a luz”.

En efecto, quien llega a la

perfección “no vive en él, sino

que es Cristo quien vive en

él”... ¿Todavía es necesario

decir, qué inteligencia nos hace

falta tener, para interpretar

dignamente la palabra depositada

en las vasijas de arcilla de

un lenguaje ordinario?

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