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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Marcos 1,29-39.

11/01/2017 00:02 El Evangelio
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Evangelio según San Marcos 1,29-39. Evangelio según San Marcos 1,29-39.

Jesús salió de la sinagoga,

fue con Santiago y Juan a

casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba

en cama con fiebre, y se lo

dijeron de inmediato.

El se acercó, la tomó de la

mano y la hizo levantar. Entonces

ella no tuvo más fiebre

y se puso a servirlos.

Al atardecer, después de

ponerse el sol, le llevaron a

todos los enfermos y endemoniados,

y la ciudad entera

se reunió delante de la puerta.

Jesús curó a muchos enfermos,

que sufrían de diversos

males, y expulsó a muchos

demonios; pero a éstos

no los dejaba hablar, porque

sabían quién era él.

Por la mañana, antes que

amaneciera, Jesús se levantó,

salió y fue a un lugar desierto;

allí estuvo orando.

Simón salió a buscarlo

con sus compañeros, y cuando

lo encontraron, le dijeron:

“Todos te andan buscando”.

El les respondió: “Vayamos

a otra parte, a predicar

también en las poblaciones

vecinas, porque para eso he

salido”.

Y fue predicando en las

sinagogas de toda la Galilea y

expulsando demonios.

Comentario

Jesús no se limitó a enseñarnos

a orar de palabra sino

también con el ejemplo. Le

vemos a menudo en oración.

Nos da ejemplo para que le

sigamos.

Está escrito: “Se fue a un

lugar solitario.” Y en otro lugar:

“Se fue a la montaña a

orar y pasó toda la noche en

oración.” (Lc 6,12) Si él, que

era sin pecado, oraba sin cesar,

con más razón los pecadores

debemos orar. Si pasaba

la noche en oración, con

más razón nosotros debemos

velar y orar sin cesar.

El Señor oraba e intercedía

no por él mismo ¿por qué

falta debería implorar el perdón

aquel que es el inocente?

sino por nuestros pecados.

Lo manifiesta bien a las

claras cuando dice a Pedro:

“...Satán ha solicitado el poder

cribaros como trigo. Pero

yo he rogado por ti, para

que tu fe no desfallezca.”

(Lc 22,31) Más tarde intercedió

ante el Padre a favor de

todos nosotros, cuando dijo:

“No te pido sólo por ellos sino

por todos los que, gracias

a su palabra, creerán en mí,

para que todos sean uno, como

tú, Padre, estás en mí y yo

en ti.” (Jn 17,20-21)

¡Qué grande es la bondad

y la misericordia de Dios en

favor de nuestra salvación!

No se contentó con rescatarnos

del pecado por su sangre,

sino que ha querido orar

por nosotros.

Pero ¡prestad atención al

que ora: como el Padre y el

Hijo son uno, que nosotros

también permanezcamos en

la unión!?Jesús salió de la sinagoga,

fue con Santiago y Juan a

casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba

en cama con fiebre, y se lo

dijeron de inmediato.

El se acercó, la tomó de la

mano y la hizo levantar. Entonces

ella no tuvo más fiebre

y se puso a servirlos.

Al atardecer, después de

ponerse el sol, le llevaron a

todos los enfermos y endemoniados,

y la ciudad entera

se reunió delante de la puerta.

Jesús curó a muchos enfermos,

que sufrían de diversos

males, y expulsó a muchos

demonios; pero a éstos

no los dejaba hablar, porque

sabían quién era él.

Por la mañana, antes que

amaneciera, Jesús se levantó,

salió y fue a un lugar desierto;

allí estuvo orando.

Simón salió a buscarlo

con sus compañeros, y cuando

lo encontraron, le dijeron:

“Todos te andan buscando”.

El les respondió: “Vayamos

a otra parte, a predicar

también en las poblaciones

vecinas, porque para eso he

salido”.

Y fue predicando en las

sinagogas de toda la Galilea y

expulsando demonios.

Comentario

Jesús no se limitó a enseñarnos

a orar de palabra sino

también con el ejemplo. Le

vemos a menudo en oración.

Nos da ejemplo para que le

sigamos.

Está escrito: “Se fue a un

lugar solitario.” Y en otro lugar:

“Se fue a la montaña a

orar y pasó toda la noche en

oración.” (Lc 6,12) Si él, que

era sin pecado, oraba sin cesar,

con más razón los pecadores

debemos orar. Si pasaba

la noche en oración, con

más razón nosotros debemos

velar y orar sin cesar.

El Señor oraba e intercedía

no por él mismo ¿por qué

falta debería implorar el perdón

aquel que es el inocente?

sino por nuestros pecados.

Lo manifiesta bien a las

claras cuando dice a Pedro:

“...Satán ha solicitado el poder

cribaros como trigo. Pero

yo he rogado por ti, para

que tu fe no desfallezca.”

(Lc 22,31) Más tarde intercedió

ante el Padre a favor de

todos nosotros, cuando dijo:

“No te pido sólo por ellos sino

por todos los que, gracias

a su palabra, creerán en mí,

para que todos sean uno, como

tú, Padre, estás en mí y yo

en ti.” (Jn 17,20-21)

¡Qué grande es la bondad

y la misericordia de Dios en

favor de nuestra salvación!

No se contentó con rescatarnos

del pecado por su sangre,

sino que ha querido orar

por nosotros.

Pero ¡prestad atención al

que ora: como el Padre y el

Hijo son uno, que nosotros

también permanezcamos en

la unión!?

Lo que debes saber
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