Los demás Los demás
María Granata conserva toda la
frescura de lo nuevo: “La clave:
los demás”. Ella recuerda que
sólo usamos el 10 por ciento de
nuestra capacidad mental. Luego
se pregunta:
“¿Qué porcentaje empleamos
de nuestra capacidad de
sentimientos, de la suma de
sentimientos que nos integran
verdaderamente a esta corteza
terrestre tan convulsa, diversificada
y contradictoria? ¿Tenemos
conciencia de cuántas son
nuestras reservas interiores?
¿Conocemos en todo su tamaño
ese sol sumergido en la sangre
que es el amor que podríamos
ofrendar?...
Acudir a las fuerzas de nuestra
interioridad, tan misteriosas,
por lo general desestimadas por
nosotros mismos, es el acto radiante
que debemos cumplir de
continuo para ser los vencedores
de nuestro propio tiempo. Y
quizá todo consista en una invalorable
clave: los demás.
Porque ser para los demás
conduce a ser uno mismo. Nadie
puede extraer de sí todo el
valor exigido por la superación
de las peores circunstancias si
los ojos no están puestos en los
demás. El hecho de comprender
que estar en el mundo no equivale
a emerger de una determinada
geografía sino de un conjunto
de gente siempre necesitada
de solidaridad, hace que
uno pueda levantarse de su
caída de su precipicio. Quizás
en este acto no se emplee más
que la consabida décima parte
del poder mental, pero sí toda
la capacidad de sentimiento,
el vertedero de las fuerzas morales,
mucho más allá de lo imaginable.
Cuando la visión de los demás
se desvaloriza o se borra,
es cuando se sucumbe sin posibles
resurgimientos. Siempre
hay alguien que nos necesita,
y el que nos necesita es,
precisamente, quien nos salva,
quien nos permite desarrollar
al máximo lo más hermoso
de la condición humana, quien
nos da la oportunidad de agrandar,
hasta agigantarlo, ese sol
sumergido en la sangre, imagen
de amor, es decir, de vida. Ese
caudal de luz que de alguna manera
poseemos todos”. ¡Hasta
mañana!?