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EL LIBERAL . Santiago

Salvador de Bahía, la ciudad de las iglesias

25/01/2017 00:00 Santiago
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Salvador de Bahía, la ciudad de las iglesias Salvador de Bahía, la ciudad de las iglesias

La ciudad de Salvador, en el estado brasileño de Bahía, la más poblada del noreste del país, es reconocida en el mundo por sus más de 360 iglesias, sus artistas, el particular carnaval, el barrio del Pelourinho, sus típicas bahianas de ropas blancas, el legado africano y la negritud impregnada en su cultura y población y, por supuesto, sus playas. EL LIBERAL recorrió esta ciudad que trae a la memoria los libros de Jorge Amado -cuya casa es hoy un museo en el barrio del Pelourinho-, la música de Os Novos Bahianos y Gal Costa, entre muchos otros, la capoeira, las extensas playas de aguas cálidas, y el inmenso patrimonio cultural y arquitectónico. Para todo ello resulta imprescindible una visita al barrio histórico de la ciudad declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco, y que según las guías turísticas que abundan, tiene una iglesia por cada día del año. Al Pelourinho, o Peló como se lo llama popularmente, hay que ir tanto de día como de noche para poder disfrutarlo de diferentes maneras, porque la magia no se termina cuando el sol cae. Sin dudas debe ser el lugar con mayor cantidad de población negra que en cualquier otro del mundo fuera de áfrica, cuyos hombres se destacan por sus coloridas ropas y las mujeres con las características prendas blancas. Los edificios no van en saga en relación a los colores, con predominio de los tonos pastel que contrastan con el adoquinado de sus irregulares calles. Dividido en una zona baja y otra alta, al igual que la ciudad de Salvador, es en la primera donde se concentran las edificaciones más antiguas. Allí muchas viviendas fueron transformadas en comercios destinados al turismo, ya que es la zona más concurrida por los visitantes, aunque sin alterar el estilo original, y en cualquier momento el turista puede ser sorprendido por el ritmo contagioso de los tambores bahianos, como el del famoso grupo Olodum. En la ciudad alta también están las sedes administrativas del gobierno local, la catedral basílica y la primera Facultad de Medicina del país, transformada en museo. El lugar más recorrido es el "Largo del Pelourinho" -columna vertebral del barrio- donde se encuentran los edificios más emblemáticos como la colorida Iglesia Nossa Senhora do Rosário dos Pretos construida por negros y a la única que se les permitía el ingreso, y el Museu da Cidade. Algunas mujeres, de piel tan negra y brillante que encandila bajo el sol, visten ropas tradicionales africanas sobre un miriñaque, y exhiben sus perfectas sonrisas para una foto junto a los turistas, pero sin pedir dinero a cambio. La música es otro condimento infaltable en el Pelourinho y en casi todo Salvador, tanto como lo es en el espíritu de la raza negra. En la zona baja, el paseo obligado es precisamente ese mercado artesanal, donde se puede encontrar todo lo que el bahiano sabe hacer con sus manos y herramientas o rudimentarios equipos caseros. Para disfrutar del mar, lo más aconsejable es salir a las islas cercanas, donde reinan la tranquilidad y variedad de aguas -tranquilas, movidas, ventosas, abiertas, de herradura, cálidas y muy cálidas- y playas, con arena, rocas, islotes, anchas y angostas. En Salvador las playas céntricas son muy concurridas y a la sombra de chillonas sombrillas, los turistas consumen los muchos tragos que incluyen cachaza, grandes cantidades de cerveza y la inocente pero hidratante agua de coco, que se bebe directamente de ese fruto, o la naranja recién exprimida.

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