Evangelio según San Marcos 6,53-56. Evangelio según San Marcos 6,53-56.
lago, llegaron a Genesaret y
atracaron allí.
Apenas desembarcaron,
la gente reconoció en seguida
a Jesús, y comenzaron a recorrer
toda la región para llevar
en camilla a los enfermos,
hasta el lugar donde sabían
que él estaba.
En todas partes donde
entraba, pueblos, ciudades y
poblados, ponían a los enfermos
en las plazas y le rogaban
que los dejara tocar tan
sólo los flecos de su manto, y
los que lo tocaban quedaban
curados.
Comentario
Todo hombre quiere ser
feliz; no hay nadie que no lo
quiera, y tan fuertemente,
que lo desea por encima de
todo. Aún más: todo lo que
quiere además de esto, sólo
lo quiere por eso.
Los hombres van detrás
de diferentes pasiones, uno
ésta, el otro aquella; en el
mundo hay también maneras
distintas de ganarse la vida:
cada uno escoge su profesión
y la ejerce. Mas, cuando
se comprometen en una forma
de vida, todos los hombres
actúan en ella buscando
ser felices... ¿Qué cosa hay,
pues, en esta vida capaz de
hacer feliz, que todos la buscan
pero que no todos la encuentran?
Busquémosla...
Si pregunto a alguno:
“¿Quieres vivir?”, nadie estará
tentado de contestarme:
“No lo quiero”... Igualmente si
pregunto: “¿Quieres vivir con
buena salud?”, nadie me responderá:
“No quiero”.
La salud es un don precioso
a los ojos del rico, y
para el pobre es, a menudo,
el único bien que posee...
Todos están de acuerdo en
amar la vida y la salud. Ahora
bien, cuando el hombre
goza de vida y de una buena
salud, ¿se puede contentar
con esto?...
Un joven rico preguntó al
Señor: “Maestro bueno, ¿qué
debo hacer para heredar la
vida eterna?” (Mc 10,17).
Temía morir y no podía
escapar de morir... Sabía que
una vida con dolores y tormentos
no es una vida, sino
que más bien debería llamarse
muerte... Sólo la vida
eterna puede ser feliz. La salud
y la vida de aquí abajo nadie
os la asegura, teméis mucho
perderla: llamad a eso
“siempre temer” y no “siempre
vivir”... Si nuestra vida no
es eterna, si no puede eternamente
llenar nuestros deseos,
no puede ser feliz, e incluso
no es una vida...
Cu a n d o e n t r emo s e n
aquella vida de allá, estaremos
seguros que permaneceremos
siempre en ella.
Tendremos la certeza de poseer
eternamente la verdadera
vida, sin ningún temor,
porque estaremos en el Reino
del cual se ha dicho: “Y
su reino no tendrá fin” (Lc
1,33).