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EL LIBERAL . Opinión

Milani le da jaque al relato K y la "patria contratista" a Macri

20/02/2017 00:00 Opinión
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Milani le da jaque al relato K y la "patria contratista" a Macri Milani le da jaque al relato K y la "patria contratista" a Macri

Los argentinos que corren detrás de la zanahoria y que no tienen tiempo para otras cosas, los mismos que para Jaime Durán Barba no integran el ¨círculo rojo" de los interesados en la política, quizás no lo han percibido del todo (aunque nunca habría que subestimar a la gente), pero durante la última semana al macrismo y al kirchnerismo les ha explotado gran cantidad de dinamita pesada en sus propios arsenales, casualmente a partir de dos hechos que deberá dirimir la Justicia.

Quizás haya sido fruto del azar también que dos ingenieros estuviesen detrás de ambos episodios de demolición, personajes que, por definición, tendrían que conocer los riesgos de hacer mal los cálculos: Mauricio Macri, presidente de la República consagrado por la ciudadanía y propulsor de la transparencia y el militar ahora retirado, César Milani, ungido teniente general por Cristina Fernández en 2013, a pesar de la oposición de los organismos de derechos humanos. Desde la política, los respectivos estruendos generaron mucha confusión de ideas entre las respectivas militancias, debido a que las detonaciones barrieron con algunos mitos éticos de los respectivos relatos. Bronca y decepción mezcladas fueron los primeros síntomas y ya se verá en cada caso hasta dónde llega la onda expansiva política que produjeron las voladuras. Por los 12 años de vigencia destinados a horadar a la opinión pública, en primer término hay que hablar del resquebrajamiento del repiqueteo kirchnerista en lo que atañe a la defensa que se hizo de una parte de los derechos humanos, postura que a los dos gobiernos K les interesó acompañar por conveniencia política más que por convicción previa. De menor tiempo a esta parte, son las apelaciones a la verdad y a la honestidad que esgrime el actual gobierno como síntesis del cambio que propugna, pero no por eso valores menos importantes con los que no se debería jugar. Haber avanzado entre gallos y medianoches en la negociación de una convocatoria de acreedores con la familia presidencial fue para muchos adherentes como una venda que se caía, hecho en el que jugaron especialmente los recuerdos de la "patria contratista".

Pero, además, y como efecto extra y preocupante a partir de tan poderosos estallidos, la famosa grieta que divide a los argentinos volvió a tomar durante la última semana dimensiones descomunales. Así, las redes sociales se llenaron una vez más de críticas furibundas hacia los pensamientos de uno y de otro lado, mientras muchos troles de ambas facciones, sin medir el profundo carácter moral de los problemas, se solazaban con las decepciones de los demás. Lo cierto es que por su tiempo de vigencia y por la sensibilidad del tema, por ahora la detonación que hizo temblar los cuarteles kirchneristas ha resultado ser más voluminosa y dañina que la otra, ya que atañe a una bandera que fue utilizada políticamente por Néstor Kirchner y su esposa para sumar adherentes, a partir del año 2003. Sin dejar de considerar que el ingreso de Milani a la cárcel es una prisión apenas preventiva que de momento no implica culpabilidad, la deflagración impactó directamente en el relato K. Y tanto se sintió puertas para adentro del kirchnerismo que fue más que notorio el silencio de las primeras 24 horas.

Los dichos de los acusadores de La Rioja sobre sus vejaciones y torturas en los años de la represión causan verdadero espanto y es obvio que esas personas tendrían que haber merecido de los Kirchner al menos el mismo acompañamiento que se les dio a otros casos, muchos de ellos ejecutados también por jóvenes oficiales que cumplían órdenes. Esta fue la banal excusa que esgrimió el cristinismo más cerril a la hora de defender en el Senado el último ascenso de Milani, más allá de decir que todo se trataba de una operación política para desgastar al gobierno nacional y popular. Así, desbarrancaron Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto, una por su vocinglera adhesión y la otra por su tironeado argumento sobre la inocencia presunta. En aquella sesión histórica de 2013, cuando la "obediencia debida" de la Cámara Alta pasó de justificar al subteniente Milani a la necesidad de cumplir por el mismo motivo la orden presidencial, los senadores del oficialismo y algunos aliados consiguieron 39 votos contra 30 de la oposición y así encumbraron al entonces Jefe de Estado Mayor al grado máximo que el Ejército argentino prevé para sus oficiales. Nadie quiere hoy que se repase quiénes votaron a favor. Entre los opositores también se utilizó por entonces el argumento de su especialización en Inteligencia para acusar al jefe militar de hacer para el Gobierno espionaje interior, algo que la Ley le tiene vedado, una especie de trabajo paralelo para Cristina, situación que nunca pudo ser probada. Mientras hoy algún senador de aquellos oficialistas le aseguró que "voté tapándome la nariz", todo suena a excusas ahora, por más que la ex presidenta era, por entonces, más temida que respetada. Esa tarde, la senadora por Córdoba, Norma Morandini, hizo probablemente el discurso más severo de todos para rechazar el pliego del general, a quien calificó lisa y llanamente de "represor", al tiempo que reivindicó las impugnaciones del Cels, reparos que, en esa oportunidad, los senadores obviaron.

"Es grave lo que hizo Milani en el pasado, es tan grave que en la democracia él no manifiesta lealtad", se despachó la senadora con mucho sentimiento, ya que puede ostentar un largo pasado en la lucha por los derechos humanos. Todos los fantasmas que acosaban desde aquella tarde de sumisión a quienes creían de buena fe que "nadie había hecho más que los Kirchner por los derechos humanos en la Argentina" han saltado por el aire dentro de cada uno de ellos el último viernes, cuando se supo que el juez riojano había metido preso a Milani. El magistrado lo dejó detenido por estar presuntamente involucrado en una causa en la que se investiga la privación ilegítima de la libertad en marzo de 1977 de Pedro Adán Olivera, su eventual tortura y la captura posterior de su hijo, Ramón, por diez días más. El ex jefe del Ejército está procesado, además, en una causa en Tucumán por la desaparición del soldado Alberto Ledo, a quien él mismo declaró "desertor" y se lo encontró muerto. La abogada de Milani, quien se declaró "sorprendida" por la decisión judicial riojana, fue la primera en esgrimir una defensa política para mezclar la detención de su defendido con el día a día y dijo que le "llama la atención" que "los medios" (cuando no) estén "dedicados a la detención de Milani, en lugar de ver cuestiones emblemáticas como el Correo o los jubilados".

El argumento, no muy original por cierto y que posiblemente será replicado por el kirchnerismo cuando salga de su parálisis, no sirve ni por lejos para tapar el desaguisado del gobierno nacional que durante la última semana tuvo que ser acomodado -tal como lo sugirió esta columna- por el mismísimo Presidente. Cuando las cosas se salen de madre y hay tanta incompetencia política no queda otra que tomar el toro por las astas y esto mismo hizo Macri, a riesgo de mayor desgaste, en una conferencia de prensa con preguntas abiertas y libres. Está más que demostrado que el Gobierno no tiene quien le ataje los penales de la política, ni nadie que coordine los tiempos y ésa es la explicación para haber anunciado el mismo día en que se estaba tratando de conseguir la aprobación del Congreso de la Ley de ART (otra marcha atrás, porque se firmó un DNU y ante la posibilidad de un rechazo legislativo se llamó a Extraordinarias y se negoció) que se había cambiado el cálculo jubilatorio y que eso significaba 0,3 por ciento menos en el aumento a jubilados, pensionados y AUH. El lógico escándalo que armó la oposición para aprovechar políticamente el tropiezo, en todo caso, fue la frutilla del postre amargo que el Gobierno ya tenía sobre la mesa en relación a la aceptación del convenio de pago por parte del Correo Argentino (concesión que manejaba la familia del Presidente) que se aceptó hace ocho meses y que una fiscal impugnó ante la Cámara con varios argumentos de mucho peso en relación a lo "ruinoso" que resultaba el acuerdo.

Sin embargo, también utilizó algunas malas artes, como instalar en el imaginario sin firmarlo y sólo acompañando un cálculo esotérico que contraviene la Ley y que dice que la deuda podría llegar a ser de 70 mil millones de pesos en 2033, música para los oídos de CFK que tuiteó que se trataba de un "regalo" de cumpleaños que se hizo el Presidente. En la rueda de prensa, Macri hizo apelaciones a la "convicción" y a la "templanza" para soportar los malos tragos, pero lo cierto es que si desde dentro del Gobierno no se hace nada para preservar su figura, rodeándolo de idóneos en temas de estrategia política, a cada error le seguirá otro y otro más, tal como le sucede a una persona que tropieza y cada vez toma más envión hacia el suelo. Y para muestra, vale precisar que el Presidente dijo también ese día que había "instruido al doctor Aguad a que volvamos a foja cero porque lo bueno es que no hay ningún hecho consolidado, acá no sucedió nada todavía, no se condonó, no se pagó, no se cobró", tema que habrá que ver hasta dónde los jueces que tienen que fallar atienden. Primera dificultad: el Estado es el acreedor mayoritario por cánones no pagados en un juicio comercial y hay que recordar aquello de la división de poderes. Pero hay un segundo elemento económico, pero finalmente, político. Cuando Macri dice "queremos un acuerdo integral de todo este problema de 14 años sin solución" hay que precisar que el tema va traer muchísima cola si se sigue en esa línea. ¡Por qué? Porque mientras el concurso de acreedores el monto sigue congelado, del otro lado hay varios juicios contra el Estado que involucran muchos miles de millones de pesos y cláusulas de ajuste o intereses superiores. Dicho en buen romance: el único "acuerdo integral" que no va generar virulentas réplicas políticas es un neteo para empatar las cuentas.

Y como resulta más que difícil que un acreedor mañero como es cualquier contratista del Estado, alguien que sabe muy bien cómo reclamar compensaciones por eventuales incumplimientos o mayores costos por situaciones inflacionarias, aunque sea alguien de la familia, se allane a compensar mano a mano una situación que podría hacerle ganar tamaña parva de dinero si los jueces le dan la razón se puede prever otro trago más que difícil para el Presidente quien, de ahora en más, va a necesitar mucha muñeca para manejar el tema. Más allá de las preocupaciones generales de la gente por los precios, el empleo y la inseguridad, el tándem de los ingenieros hizo volar por el aire muchas ilusiones puestas sobre los derechos humanos K y sobre la transparencia declamada por el Gobierno. El punto es que kirchnerismo cree que son todos de su condición y fogonea las comparaciones para salir al menos empatado, mientras el macrismo viene haciendo todo lo necesario para darle de comer. Y mientras se retrasa todo lo demás.

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