¡OLVI DATE! ¡OLVI DATE!
de que ya no podíamos comprar más cerveza porque se nos
había acabado la plata, decidimos que era hora de volver.
Una vez que nos juntamos a la orilla del baile, salimos,
trepamos en la caja de la camioneta y lo hicimos manejar a
Alberto, porque era el único que no había tomado. También
las trajimos a las chicas de la otra cuadra. En el camino la
quise terminar de atracar a la hermana de la Fátima, pero no
hubo caso, se fue con las amigas y me dejó pagando.
Tratamos de entrar despacito a casa, pero Alberto tropezó
con una mesita que tenía un florero arriba que hizo un
ruidaje bárbaro al romperse contra el piso.
-¿Quién anda?- preguntó medio dormida la vieja.
-¡Ssshhh…! Nosotros- respondí- hemos vuelto del baile.
-¿Y el Blanquito?- volvió a preguntar.
Nos miramos sorprendidos, como quien recuerda algo a
último momento.
-Se ha enganchado una morocha del Huaico Hondo, dice
que mañana vuelve, que no te preocupes.
-¿Parecía buena chica?
-¡Olvidate!
-Ah bueno- dijo la vieja.
Y se volvió a dormir.