Evangelio según San Mateo 9,14-15. Evangelio según San Mateo 9,14-15.
los discípulos de Juan y le
dijeron: “¿Por qué tus discípulos
no ayunan, como
lo hacemos nosotros y los
fariseos?”.
Jesús les respondió:
“¿Acaso los amigos del
esposo pueden estar tristes
mientras el esposo
está con ellos? Llegará el
momento en que el esposo
les será quitado, y entonces
ayunarán”.
Comentario
El ayuno no es un concepto
incomprensible en
nuestra cultura.
Todos entendemos lo
que significa; ayunar para
realizar una dieta de
adelgazamiento por motivos
estéticos, de salud o
deportivos, es una práctica
que muchas personas
realizan.
Tampoco es un concepto
incomprensible en
el aspecto religioso: ayunar,
no sólo de alimentos,
sino de todo aquello que
me aleja de Dios: prácticas
o vicios que me esclavizan
y atontan como
el uso abusivo de la televisión,
de las tecnologías de
la comunicación, del juego,
la pornografía, etc.
Ayunar nos hace bien
espiritualmente y la Cuaresma
nos invita a ello.
Pero la Palabra de
Dios de hoy nos invita a
buscar un sentido más
profundo al ayuno: ¿para
qué ayunar? ¿Cuál es su
finalidad?
El profeta Isaías critica
el ayuno carente de
sentido: ¿Para qué ayunar,
si no haces caso?
El día de ayuno buscáis
vuestro interés. ¿Es ése
el ayuno que el Señor desea
para el día en que el
hombre se mortifica? ¿A
eso lo llamáis ayuno, día
agradable al Señor? Y
es que el ayuno religioso
que nace del orgullo, de
la concupiscencia espiritual,
es decir, de la vanagloria,
del puro perfeccionamiento,
del narcisismo
espiritual, es el ayuno que
critica el profeta y contra
el que nos previene la Palabra
de Dios.
Al ayuno religioso no
le puede faltar este elemento
fundamental: tiene
que producir beneficio en
los otros, tiene que tener
consecuencias positivas
para los demás, no ser un
ayuno de cuyos frutos sólo
yo me beneficio.
No es mera “gimnasia
espiritual”. Así lo explica
muy bien la primera lectura
de hoy: El ayuno que yo
quiero es éste: abrir las
prisiones injustas, hacer
saltar los cerrojos de los
cepos, dejar libres a los
oprimidos, romper todos
los cepos, partir tu pan
con el hambriento, hospedar
a los pobres sin techo,
vestir al que ves desnudo
y no cerrarte a tu
propia carne... Se trata de
las obras de misericordia,
a las que dedicamos tiempo
de reflexión y sensibilización
el año pasado año
en la Iglesia.
Por lo tanto, hoy en
la oración se nos invita a
pensar en el ayuno que
Dios quiere.
Por un lado ayunar de
todo aquello que te impida
ser más libre y por lo tanto
más receptivo a Dios,
pero sin olvidar el elemento
fundamental que
Dios quiere en el ayuno:
que beneficie a los demás.
Tu ayuno tiene que
repercutir en los demás,
hacer la vida más agradable,
más liberadora, tiene
que ser luz para los otros.
Pídele luz al Señor en
tu oración de hoy para
contestar a esta pregunta:
¿cuál es el ayuno que
tú quieres para mí Señor
en este tiempo de Cuaresma?
?