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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

Tiempo de Cuaresma

04/03/2017 22:14 Padre Koffi Gilbert
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Tiempo de Cuaresma Tiempo de Cuaresma

Cuaresma es un tiempo muy importante para nuestra Iglesia porque vamos a vivir los misterios de la Pasión, el sufrimiento, la muerte y la resurrección de Cristo. Como decía el Papa: “La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte”.

Podemos volver a Dios, como nos dice el Papa. En este tiempo recibimos una fuerte llamada a la conversión; el cristiano está llamado a volver a Dios, de todo corazón. Es lo que hemos leído en la palabra de Dios, en la primera lectura del Miércoles de Ceniza.

A no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar. Es el comienzo del mensaje del Papa en la Cuaresma de 2017.

Debemos alegrarnos por entrar en este tiempo de Cuaresma y debemos pensar lo que la Iglesia ha enseñado en el Miércoles de Ceniza, que la ceniza es un gesto de humildad y arrepentimiento, para llegar a una conversión sincera.

Las cenizas no son señales de magia o devoción, es un signo de que se quiere llegar como esas cenizas, que a veces no tiene propiedades médicas, pero puede dar la posibilidad de Dios de dar frutos abundantes.

Este Miércoles de Ceniza, la palabra de Dios ha invitado a los cristianos a vivir tres ejercicios: la oración, el ayuno y la caridad.

Es un tiempo de cuarenta días para entrar en el espíritu de nuestro Dios, de Cristo, que va a vivir esos días en el desierto, para vivir la experiencia de la soledad y también para fortalecer y entrar en contacto con su Dios.

La Cuaresma es un desierto. Sequedad. Soledad. Ayuno. Austeridad. Rigor. Esfuerzo. Penitencia. Peligro. Tentación. La Cuaresma es perdón, las historias bíblicas de Jon.as y la parábola del hijo pródigo son ejemplo de ello. Perdonar. Recibir perdón. Reconciliarnos con Dios; por eso hay que volver a él.

La Cuaresma es reencuentro. Es abrazo de conciliación como en la parábola del hijo pródigo o en la conversación de Zaqueo, o en el diálogo de Jesucristo con la mujer adúltera.

La cuaresma es luz, como se pone de evidencia, por ejemplo, en el evangelio del ciego de nacimiento. Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la luz del mundo.

La cuaresma es salud, símbolo manifestado en textos como la curación del paralítico o la sanación del hijo del centurión.

La cuaresma es agua. Es el tránsito de la sed de nuestra insatisfacción al agua viva, el agua de Moisés al pueblo de Israel en el desierto o de Jesús a la mujer samaritana.

La cuaresma es liberación, triunfo, es superación victoriosa de las pruebas y dificultades. Figuras bíblicas que sufren graves peligros y vencen en la prueba, son José hijo de Jacob, la casta Susana, Ester, el profeta Jeremías y, sobre todo, Jesús, tentado y transfigurado.

La cuaresma es cruz. Signo y presencia permanente durante toda la cuaresma. Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentizada con el ejemplo de Jesucristo y como su llamada a cargar con ella como condición para el seguimiento.

La cuaresma es transfiguración. Es la luz definitiva del camino cuaresmal.

La cuaresma es el esfuerzo por retirar el fermento viejo e incorporar la levadura nueva de la Pascua resucitada y resucitadora.

Tenemos todo para vivir este tiempo y llegar a una conversión, un cambio, para que no quedemos como cristianos sin hacer nada. La conversión es renunciar a nuestros riesgos y es renunciar a nuestro viejo y acendrado egoísmo, que cierra las puertas a Dios y al prójimo.

Por eso, debemos mirar a Jesús, que ha hecho todo para vencer y para llegar a la victoria. Nosotros necesitamos vivir esa victoria. Hay un montón de cosas que podemos hacer para mostrar que todo es posible con nuestro Dios. No vivir en la desesperación, en la desolación, sino vivir con la esperanza.

Aprovechemos esta Cuaresma para orar, para ayunar, vivir abstinencia y decir “nosotros vamos a vencer todo lo que hay como obstáculos en el mundo”.

Y para terminar, voy a recordar lo que dijo el Papa en su mensaje: “La Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ‘que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador’ nos muestra el camino a seguir”.

Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar el verdadero camino de conversión para redescubrir el don de la palabra de Dios.

Animo a todos los fieles a que manifiesten la renovación espiritual capacitando en las campañas de Cuaresma que muchas de las iglesias promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro.

Oremos uno por otros para que participando de la víspera de Cristo podamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces así viviremos y seremos un testimonio fiel de la alegría de la Pascua.

Que Cristo nos ayude a entrar en este espíritu y renunciar a todo para estar con él. Entregar nuestra vida a él.

Que nuestra Madre nos ayude a obedecer la palabra de Dios, que es la palabra que va a asegurarnos y conformar nuestra realidad. Que nuestra Madre sea para nosotros un modelo para vivir constantemente y con fidelidad la palabra de Dios. Podemos decir que es el sentimiento que nos da la fuerza para seguir el camino con Dios y también con nuestros hermanos.

Amén.

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