Dios en el pensamiento Dios en el pensamiento
Reyes, autora
mexicana, cuenta una curiosa
anécdota de su sobrino
de cuatro años. El
cielo comenzó a relampaguear
y en el pequeño salió
rápido al patio. Se puso
a brincar y a tomar diferentes
poses. Cuando la
tía insistió en que entrara,
le respondió muy serio:
“No, tía; yo quiero salir en
todas las fotos que está tomando
Dios”...
Realmente, la imaginación
de los niños resulta
siempre inagotable. En
la conducta y la respuesta
del pequeño hay, además,
una sabiduría que no siempre
los adultos aprehendemos:
“Reconocer a Dios allí
donde se manifiesta -decía
Goethe con razón- es en
verdad la felicidad de los
cielos y de la tierra”.
Es importante sentirlo a
Dios en todo y, como quien
vive enamorado, llevarlo
en el pensamiento. Como
lo sugiere el poema de José
María Camarero:
“Te llevo en mi pensamiento,
/ como el río lleva
el agua, / como la vida su
racimo, / como la niña en
mis ojos, / como el mar a
su velero.
Te llevo en pensamiento,
/ como la flor su corola,
/ como la estrella en el
cielo, / como lleva el fruto
el árbol, / como la risa del
niño.
Te llevo en mi pensamiento,
/ como la vida la
madre, / como el amor de
los novios, / como el temor
de los viejos, / como
la imprudencia del joven.
Te llevo en mi pensamiento,
/ como el color de
los campos, / como la brisa
en el aire, / como el niño
entre los brazos, / como
el estandarte blanco.
Te llevo en mi pensamiento,
/ como el hito
de mis sueños, / como
mi musa primera, / como
el ideal lejano, / como un
amor ya logrado.
Te llevo en mi pensamiento,
/ y tu presencia
me ayuda / a recorrer los
caminos / de la muerte y
de la vida, / de la verdad y
el ensueño, / que llevo en
mi pensamiento”.
¡Qué bueno volver a
leerlo! ¡Qué bueno volver
a rezarlo!
¡Hasta mañana!