Evangelio según San Lucas 6,36-38. Evangelio según San Lucas 6,36-38.
“Sean misericordiosos,
como el Padre de ustedes es
misericordioso. No juzguen
y no serán juzgados; no condenen
y no serán condenados;
perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les
volcarán sobre el regazo una
buena medida, apretada, sacudida
y desbordante. Porque
la medida con que ustedes midan
también se usará para ustedes”.
Comentario
La maldad es una realidad
evidente en nuestro mundo.
Todos pecamos y estamos
expuestos a traicionar la confianza
de los demás. El pecado
hiere las relaciones y nos
aleja, por decisión propia, del
amor de Dios. Hay en el pecado
una tendencia “narcótica”
que activa nuestro ego y
enceguece nuestra conciencia
con el engaño de creer que
estamos en lo correcto. El pecado
nos seduce con falsas
verdades y dosis mínimas de
felicidad. El pecado es un virus
invasivo que aniquila lentamente
lo que somos como
personas, como familias y como
comunidad.
Es por ello que Jesús exhorta
a sus discípulos a ser
compasivos “como el Padre
de ustedes es compasivo” (v.
36). Debemos acoger con humildad
y sin despreciar al que
ha pecado o nos ha ofendido.
La propuesta del ‘perdón’
que hace Jesús en los evangelios
es una especie de terapia
progresiva que va de lo personal
a lo comunitario, para desarraigar
el mal que anida en el
corazón humano. Su método
está fundamentado en el diálogo
de amor para salvar al
hermano. La comunidad tiene
la facultad de atar y desatar...
es decir, tenemos el grandioso
don de ayudar a los demás
a liberarse de sus esclavitudes.
Asimismo, contamos con
la ayuda del Señor para lograr
que nuestras vidas no se enrumben
al fracaso del odio. En
resumen: Jesús nos orienta a
no quedarnos pasivos ante la
realidad de pecado, llamar al
hermano personalmente, dialogar
en privado para salvar
su honra, perdonarlo y orar
para generar el cambio.
No pocas veces sacamos
al aire los trapos sucios
de nuestro prójimo sin haber
dialogado antes con él. O
lo peor, creemos ser los mejores
para corregir a los demás,
partiendo de nuestro
rencor y soberbia. Jesús nos
da las claves para salvar a
nuestras familias... Tenemos
aún mucho que aprender en
nuestra vida cristiana, y Dios
sigue contando con nosotros
para construir un mundo fraterno.
Démosle la oportunidad
al amor.
(Freddy Ramírez, cmf)