Crecimiento espiritual Crecimiento espiritual
Hemos nacido y hemos recibido la gracia de Dios a través de los sacramentos. Somos cristianos, somos creyentes y tenemos fe, somos seguidores de Cristo como los apóstoles.
Pero no es suficiente decir que soy creyente;
hay que continuar creciendo en la vida
espiritual. Por eso hoy vamos a saber qué es el crecimiento espiritual.
El crecimiento espiritual es el proceso de volverse más y más como Jesucristo. Cuando
ponemos nuestra fe en Jesús, el Espíritu Santo comienza el proceso de hacernos más como Jesús, conformándonos “a Su imagen” según la carta de 2 Pedro 1:3-8.
Es muy importante esto, para poder entrar
en ese espíritu, porque a veces nosotros mismos queremos hacer todo sin Dios, pero no se puede.
Por eso pongan el máximo empeño en incrementar
su fe con la firmeza. La firmeza con el conocimiento, el conocimiento con el dominio de los instintos. El dominio con la constancia. La constancia con la piedad. La piedad con el amor fraterno. Y el amor fraterno
con la caridad.
Hay que crecer, no quedar en la formalidad
en leyes. Podemos también leer en la carta de San Pablo, 5. 19-21: “Es la identificación
de nuestras vidas, antes de confiar en Cristo para la salvación”.
El crecimiento espiritual se identifica por el crecimiento del fruto del espíritu del creyente.
Cuando tiene lugar la transformación de la formación, se inicia el crecimiento espiritual.
La plegaria eucarística número 3 que decimos
los sacerdotes, habla de que él nos transforma en ofrenda permanente. Entonces,
somos nuevas criaturas en Cristo.
La segunda carta a los cristianos de corintios 5-17 dice: “La antigua naturaleza es reemplazada por una nueva.
El crecimiento espiritual es un proceso de toda la vida. Hay que crecer.
Al buscar el crecimiento espiritual podemos
orar a Dios, pidiéndole sabidurías en las tareas que él desea que crezcamos espiritualmente.
Pedirle que nos ayude a aumentar
nuestra fe. Dios desea nuestro crecimiento
espiritual. Dios ha dado todo lo que necesitamos para experimentar ese crecimiento
espiritual, con la ayuda del Espíritu Santo. Con él podremos vencer más y más el pecado, avanzando con firmeza para llegar a parecernos cada vez más a nuestros salvador,
el Señor Jesucristo.
¿Cómo podemos crecer espiritualmente? Algunos consejos pueden ayudarnos a entrar
en ese espíritu. Hay que volver a lo básico
de la vida cristiana, que conocemos todos:
la oración, leer la palabra de Dios, la comunidad
creyente y compartir con otros lo que Dios con gracia nos ha dado, leer la Biblia.
Hay que orar todos los días, no rezar ni repetir cosas, la oración es clave para el cristiano,
porque es la forma en que se comunica
con Dios. Todos los días dedica un tiempo para orar a Cristo.
La eucaristía es la verdadera oración, la entrega a nuestro Dios. “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados”, “Entregad
todo a Dios y recibiréis todo de él”.
Hay un sacramento que dice que a la fuente hay que ir a buscar agua viva, como decía la palabra de Dios del Evangelio.
El crecimiento espiritual es un ejercicio, necesita un esfuerzo, trabajo, andar por muchos
caminos, el camino del perdón, del dolor,
entregarse, el camino de sanarse para poder amar, camino de aceptarse y aceptar a los demás, camino de reconocer que todo es del Señor, camino de estar siempre alegre porque todos nosotros somos los cristianos que debemos aceptar a nuestro Dios, para que ese Dios nos ayude a vivir realmente como
debemos vivir.
El crecimiento es muy importante para nosotros hoy.
Como dice la segunda carta de San Pedro:
“Crezcan en la gracia y en el conocimiento
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
¡A él sea la gloria, ahora y en la eternidad!
Amén”.
Entonces, como cristianos nos quedamos únicamente con todo lo que él nos ofrece en la catequesis o en la formación. Hay un motón
de lugares y momentos que pueden ayudarnos
a crecer.
Estamos en tiempo de Cuaresma, luego
llegará el tiempo de Pascua y después el tiempo ordinario. En todos los tiempos hay que aprovechar para crecer y no quedarse a donde hemos llegado.
Hay que vivir como ha dicho San Pablo: “No soy yo que vivo, es Jesucristo que vive en mí”. Que Jesucristo que vive en nosotros nos ayude a avanzar y conocer más el misterio
de la salvación.
Que nuestra Madre nos ayude a todos para
que lleguemos a ser testigos a través de nuestra manera de vivir y nuestra manera de actuar, porque sin testimonio no hay crecimiento.
Que nuestra Madres nos ayude a hacer el verdadero encuentro con nuestro Dios para que nosotros también podamos vivir y tomar
el camino de la santidad.
Amén. l