Evangelio según San Mateo 5,17-19. Evangelio según San Mateo 5,17-19.
“No piensen que vine para
abolir la Ley o por los Profetas:
yo no he venido a abolir,
sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá
ni una i ni una coma
de la Ley, antes que desaparezcan
el cielo y la tierra,
hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más
pequeño de es tos mandamientos,
y enseñe a los
otros a hacer lo mismo, será
considerado el menor en
el Reino de los Cielos. En
cambio, el que los cumpla
y enseñe, será considerado
grande en el Reino de los
Cielos”.
Comentario
Dios, nuestro creador y
nuestro redentor, se escogió
a Israel como pueblo de
su propiedad y le reveló su
ley, preparando así la venida
de Cristo...
La ley antigua es la primera
etapa de la ley revelada.
Sus prescripciones morales
están resumidas en
los diez mandamientos que
constituyen el fundamento
de la vocación de la persona
humana, creada a imagen
de Dios. Prohíben lo que
es contrario al amor de Dios
y del prójimo y prescriben lo
que le es esencial.
El decálogo es una luz
ofrecida a la conciencia de
toda persona para manifestarle
la llamada y los caminos
de Dios y para protegerla
del mal. “Dios ha escrito
sobre las tablas de la ley
aquello que los humanos no
leían en sus corazones”. (S.
Agustín)
Según la tradición cristiana,
la ley santa, espiritual
y buena (Rm 7,12ss) es todavía
imperfecta.
Como un pedagogo (Ga
3,24) la ley indica lo que hay
que hacer, pero no da por sí
misma la fuerza, la gracia del
Espíritu, para ponerlo por
obra.
A causa del pecado, que
la ley no puede borrar, ésta
sigue siendo una ley de servidumbre...
Es una preparación
al evangelio.
La ley nueva o la ley
evangélica es la perfección
aquí en la tierra, de la ley divina,
natural y revelada.
Es obra de Cristo que se
expresa particularmente en
el sermón de la montaña.
Es también obra del Espíritu
Santo y, por él, se convierte
en la ley interior de la
caridad: “...yo concluiré con
el pueblo de Israel y de Judá
una alianza nueva...
Pondré mis leyes en su
mente y las escribiré en su
corazón; yo seré su Dios, y
ellos serán mi pueblo”. (Heb
8, 8-10)
La ley nueva es la gracia
del Espíritu Santo concedida
a los fieles por la fe en Cristo...
Ella cumple, afina, sobrepasa
y conduce a su perfección
la ley antigua.
En las bienaventuranzas
(Mt 5,3ss) cumple las promesas
divinas elevándolas
y ordenándolas hacia el reino
de los cielos.
“La ley evangélica se dirige
a aquellos que están
dispuestos a acoger con fe
esta esperanza nueva: los
pobres, los humildes, los
afligidos, los de corazón puro,
los perseguidos por causa
de Cristo.
Así señalan el camino
sorprendente del Reino”.