Jesús, nuestro Salvador

Sabemos que en el mundo hay un montón de personas que podemos considerar que han salvado nuestras vidas o a un pueblo. Pero nosotros como cristianos somos creyentes y esto quiere decir que Dios es nuestro Salvador.

Salvador es porque aparta al otro del peligro mortal que lo amenaza. En el Antiguo Testamento aparece ya esta palabra con el sentido de “rescatar” que traducen también “salvación” con estas otras palabras: “pagar un rescate”, “sacar, salvar” (Is 1,27)

El Salvador es Dios mismo que saca a su pueblo de las dificultades y lo ayuda en los peligros, lo libera de las manos de sus enemigos, sobre todo de Egipto y Babilonia.

Los profetas también han venido a anunciar esta realidad, a Dios se lo reconoce como salvador:

“El creyente se dirige a Dios para manifestar su fe”. (Isaías 45, 14).

Dios se revela a sí mismo como Salvador y por eso su Hijo va a nacer como el Mesías, aunque los judíos no lo reconocen.

En el Nuevo Testamento se repite que “Dios es el Salvador de los seres humanos”. (Lc 1,47; 1 Tit 1-1: 4-10).

“El Hijo de Dios ha realizado la redención mediante su propia sangre: él es de manera plena nuestro Salvador. Jesús es el Salvador del mundo entero” (Jn 4,42).

La 1ª carta de San Juan 4-14 dice: “Para los cristianos la palabra Salvador es como el beneficio y también la misericordia”.

El mismo nombre de “Jesús” significa “el Señor salva” o “el Señor salvador”.

Como Salvador hay una idea de curación: Jesús durante su ministerio obró curaciones de diversas dolencias, es el verdadero médico (Mt 9, 12; Mc 2,17; Lc 4,23; 5, 31).

“El Mesías es un enviado que salva y cura. El ser humano no puede salvarse en absoluto a sí mismo”. (Is 53, 4-5).

Jesús es mi salvador personal. Hay que aceptarlo en la vida. Mucha gente participa de las celebraciones, devociones o van a la misa y peregrinaciones, pero el verdadero cristianismo es una relación personal con Jesucristo. Aceptar a Jesús como salvador personal es tener fe y confianza en él. El único camino para ser salvado es aceptar a Jesús como su salvador. El hecho de confiar en Cristo puede ayudarnos a liberarnos del pecado y de todo lo que podemos vivir contrario al espíritu de Dios.

Si aceptamos a Jesús como salvador hay necesidad de renunciar a muchas cosas que a veces no son del espíritu de Dios.

Hoy hay muchos que se presentan como salvadores y debemos saber discernir y no quedar como ha hecho el pueblo de Israel: esperando todavía a otro salvador. Para nosotros como cristianos católicos no hay otro salvador que Jesús.

Hoy vamos a pedir a Jesús para salvar nuestras vidas, proyectos y darnos la posibilidad de liberarnos de todo lo que pueda atarnos, de sentirnos protegidos. Pidamos a Jesús para que nuestra Iglesia continúe en proclamarlo como único Salvador y no buscar otros salvadores, a otras personas que pueden engañarnos.

El verdadero Salvador es como dice el Salmo 22: “El Señor es mi buen pastor, nada me puede faltar”.

No debemos tener miedo de entregarnos a ese Salvador, sino creer que realmente Jesús puede salvar mi vida. Hay muchas dificultades y problemas y no sabemos qué hacer, pero el único Salvador que está a nuestro lado para darnos posibilidades, para volver a él y renovar nuestras vidas.

Que nuestra Madre nos ayude, ella que ha aceptado la Palabra de Dios y a Cristo en su vida, con su intercesión para que podamos llegar a salvar nuestras vidas con la presencia de Dios. Amén.