Jorgelina, niña madre

¡Buen día! Se llamaba Jorgelina. Vivía en Buenos Aires. La habían hospedado unas buenas hermanitas italianas, que tenían a su cargo el Amparo Maternal, una casa destinada a chicas embarazadas que habían quedado sin protección familiar.

Jorgelina hubiera sido una chica más entre tantas miles que son madres a destiempo. Pero ella tenía dos motivos para que su caso fuera diferente.

Era una nena de sólo 11 años. ¡Si me parece verla todavía, después de más de veinte años, con su carita de ángel, su mirada inocente y su espléndida sonrisa! Apretaba con ternura entre sus brazos, todavía pequeños, a un bebé recién nacido que dormía con placidez su sueño lindo. Todo un cuadro maternal, a pesar de sus pocos años y el drama de su embarazo.

Y si a este embarazo lo llamo drama es, sobre todo, por su origen tan repulsivo: ese bebé que cuidaba con tanto amor había sido producto de una violación. Pero como si esto fuera poco, el violador de la niña había sido su propio padre, que la sometió en uno de sus tantos regresos al hogar completamente borracho...

No obstante esa experiencia que habría de marcarla para siempre, Jorgelina miraba la vida desde sus ojos de niña, sin rencores ni deseos de venganza.

¡Cuántas Jorgelinas, niñas o adolescentes, tuvieron y tienen que sufrir los acosos de su padrastro, de algún tío, abuelo, hermano o de otro familiar?

Los sacerdotes, médicos, psicólogos, asistentes sociales y otros servidores de la comunidad sabemos que hay muchísimos casos que se repiten y que no trascienden por el temor de las chicas a realizar la denuncia.

El tema es muy grave. La falla principal suele estar en la familia a lo que es preciso apuntalar en todos los sentidos. Es hora de parar la mano. Nuestras niñas y adolescentes merecen una sociedad mejor.

¿Lo charlamos en familia?