La perpetua a Coronel develó que la víctima padeció violencia física y moral por años La perpetua a Coronel develó que la víctima padeció violencia física y moral por años
Tres camaristas condenaron ayer a un vecino de Loreto a prisión perpetua, al hallarlo responsable del homicidio de su esposa, a quien ultimó con un disparo de escopeta por la espalda y habría sometido a malos tratos durante años, atacándola hasta con un hacha.
Los vocales Alfredo Pérez Gallardo, Julio David Alegre Paz y Luis Domínguez oficializaron un desenlace previsible, aunque resistido por la defensa.
Los funcionarios aplicaron la máxima pena a Luján Alcides Coronel, a raíz del "homicidio doblemente calificado por mediar convivencia y violencia de género", en perjuicio de Claudia Noemí Ponce.
Gritos en Las Chacras
La tragedia sobrevino la madrugada del 13 de agosto del 2014 en el B° Las Chacras cuando la policía llegó a terciar en un conflicto de pareja que había alterado al vecindario.
Al ver llegar a los uniformados, Coronel reaccionó furioso. "¿Por qué llamaste a la policía?", reprochó a la joven y abrió fuego; el proyectil le ingresó por la parte posterior del cuello a Claudia Noemí. La muerte se produjo a los pocos minutos.
Desde ese instante, quedó detenido y ahora la Justicia lo envió a prisión por 30 años.
Alegatos
Tal cual lo adelantó EL LIBERAL, ayer defensa y Fiscalía requirieron prisión perpetua.
Se aferraron a la imputación y a la inexistencia de dudas sobre el hecho.
Desde ese escenario, cuesta arriba, el mayor esfuerzo recayó en el defensor, Emiliano Aguirre.
A criterio del letrado, el final no necesariamente reflejó la verdad e invocó atenuantes a la conducta de su cliente.
Pese a no negar su responsabilidad, sí se esmeró Aguirre en plantear la inconstitucionalidad de la prisión perpetua.
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Alegó que dicha hipotética condena implica un contrasentido al espíritu de la ley misma: "... la reinserción del hombre a la sociedad".
Más allá de los argumentos, al final los jueces no perdieron la perspectiva. A las 13.30, emitieron una sentencia que alteró el silencio autoimpuesto por la familia de Ponce.