Domingo, el Día del Señor Domingo, el Día del Señor
debemos olvidar es que
el domingo es el Día del
Señor. No es un día de
precepto, ni de obligación, pero es
el Día del Señor por la Resurrección
de Jesucristo.
En el Catecismo de la Iglesia Católico
dice que Jesús ha resucitado
un domingo y a través de esa Resurrección
consideramos que es el
primer día de la semana. Por eso, es
muy importante que no olvidemos
que es el Día del Señor. A través de
la Resurrección de Cristo en la nueva
creación.
Para los cristianos, vino a ser el
primero de todos los días. La primera
de todas las fiestas, el Día del Señor.
Celebramos esta reunión general
el día del sol, primero porque
en este día, que es el primero
de la creación, cuando Dios empezó
a obrar sobre las tinieblas y la materia;
y también porque es el día en
que Jesucristo, nuestro Salvador,
resucitó de entre los muertos.
Puede empezar el sábado, porque
desde las 18 de este día no hay
sol y empieza el domingo. El Catecismo
dice que el domingo es la plenitud
del sábado. El domingo se distingue
expresamente del sábado, al
que sucede cronológicamente cada
semana, y cuya prescripción litúrgica
reemplaza para los cristianos.
“La celebración dominical del día
y de la Eucaristía del Señor tiene un
papel principalísimo en la vida de
la Iglesia. “El domingo, en el que se
celebra el misterio pascual, por tradición
apostólica, ha de observarse
en toda la Iglesia como fiesta primordial
de precepto”.
Es decir que no hay una obligación,
sino que es una exhortación.
El mandamiento de la Iglesia que
determina y precisa la ley del Señor,
el domingo y las demás fiestas de
preceptos los fieles tienen la obligación
de participar de la misa. La
obligación habla de una necesidad,
si pueden hacerlo deben hacerlo.
No sólo es decir “me gusta” o “no
me gusta”. Y se cumple el precepto
de participar, no de asistir a la misa.
La Eucaristía fundamenta y confirma
toda la práctica cristiana. Si
no se va el domingo a la misa, se
puede ir el sábado a la noche. Por
eso, los fieles están obligados a
participar de la Eucaristía los días
de precepto, pero están excusados
por algún razón seria, como enfermedad,
el cuidado de pequeños,
etc. Los que faltan a esta obligación
cometen un pecado grave, como lo
dice el Catecismo de la Iglesia Católica.
La participación en la celebración
común de la Eucaristía dominical
es el testimonio de pertenencia
y fidelidad a Cristo y a su Iglesia.
Muchas personas se preguntan por
qué voy a ir a misa… Si pertenece a
la Iglesia debe ir, para vivir esa pertenencia
y fidelidad a Cristo, no al
sacerdote.
El domingo, Día del Señor, también
es un día de gracia, de descanso.
“Así como Dios ‘cesó el día séptimo
de toda la tarea que había hecho’,
así también la vida humana sigue
un ritmo de trabajo y descanso.
La institución del día del Señor
contribuye a que todos disfruten del
tiempo de descanso y de solaz suficiente
que les permita cultivar su
vida familiar, cultural, social y religiosa.
“Los cristianos que disponen de
tiempo de descanso deben acordarse
de sus hermanos que tienen las
mismas necesidades y los mismos
derechos y no pueden descansar a
causa de la pobreza y la miseria. El
domingo está tradicionalmente consagrado
por la piedad cristiana a
obras buenas y a servicios humildes
para con los enfermos, débiles y ancianos.
Los cristianos deben santificar
también el domingo dedicando
a su familia el tiempo y los cuidados
difíciles de prestar los otros
días de la semana. El domingo es un
tiempo de reflexión, de silencio, de
cultura y de meditación, que favorecen
el crecimiento de la vida interior
y cristiana”.
Entonces, santificar los domingos
y los días de fiesta exige un esfuerzo
común. Cada cristiano debe
evitar imponer sin necesidad a otro
lo que le impediría guardar el día del
Señor. Hay que rescatar un tiempo
para consagrarse a esta vida. Otras
religiones tienen ese tiempo para
consagrar, pero para muchos católicos
es un día sólo para descansar,
hacer turismo. Cuantificar el domingo
es muy importante.
“En el respeto de la libertad religiosa
y del bien común de todos, los
cristianos deben esforzarse por obtener
el reconocimiento de los domingos
y días de fiesta de la Iglesia
como días festivos legales. Deben
dar a todos un ejemplo público de
oración, de respeto y de alegría, y
defender sus tradiciones como una
contribución preciosa a la vida espiritual
de la sociedad humana”.
Gracias a Dios, en nuestro país
hay libertad y la mayoría no trabaja
los domingos, solamente lo hacen
los que están en urgencias.
Oremos para que todo cristiano
no ponga obstáculos, ni excusas, y
llegue a vivir esa fidelidad para estar
en comunión con sus hermanos.
Que Cristo nos ayude para que
respetemos ese día que ha resucitado
para salvar el mundo. Nuestra
madre, ella que ha creído y estado
con los discípulos orando con
el Espíritu Santo, nos ayude con
su intercesión para que podamos
reunirnos como cristianos, como
miembros de esta Iglesia para adorar
y alabar a nuestro Dios. l