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El conflicto humanitario en Siria

08/04/2017 00:00 Opinión
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El conflicto humanitario en Siria El conflicto humanitario en Siria

L uego de casi seis años de guerra civil y de una crisis humanitaria que ha desplazado a más de 4 millones de personas y causado más de quinientos mil muertos, la República árabe de Siria sigue soportando la angustia de no poder vislumbrar un futuro de paz. Lógicamente la crisis de Siria responde a un conjunto de factores que, como si quisiéramos armar un rompecabezas, fueron desplazándose en el escenario mundial. Hoy observamos atónitos cómo la población civil sigue soportando matanzas en grupo, cómo reina el desorden, la crisis humanitaria, la miseria y destrucción causados por distintos actores que irrumpieron en la escena de aquel país, todos con su grado de culpabilidad. Para poner al lector en contexto, recientemente y en un ataque sorpresivo, Estados Unidos lanzó 59 misiles a una base del Ejército sirio, en el primer operativo militar contra el gobierno de Bashar Al Assad, seis años después de que comenzara en ese país una guerra civil que dejó más de medio millón de muertos. A las 4.40 hora local, la base Al-Shayrat, en la provincia central de Homs, fue atacada por 59 misiles Tomahawk lanzados desde los buques estadounidenses USS Porter y USS Ross, que se encontraban en el Mediterráneo oriental. Este ataque provocó la reacción inmediata del aliado de Siria (Rusia) que amenazó con aumentar la escalada militar en la zona y advirtió las graves consecuencias que tendría una intervención militar en Siria (¿acaso no la tiene ya?). Pero para comprender un poco más acerca de la actual crisis, considero necesario reiterar lo que hace un tiempo ya y en un artículo similar, comenté acerca de los orígenes de esta revuelta. La rebelión en Siria resultó (y resulta) un conflicto permanente, del carácter de levantamiento popular, con enfrentamientos sociales y políticos que dieron paso a la lucha armada de distintas facciones erigidas en contra del gobierno constituido. Este movimiento, puede decirse, reconoció su génesis en la denominada "Primavera árabe" o "Revolución Democrática árabe" que diera cuenta de distintos alzamientos populares en países árabes, principalmente en el norte de áfrica, comenzado en el Sahara Occidental (mayo del año 2011) propagándose la llama en Túnez (derrocamiento del presidente Zine El Abidine Ben Alí), siguiendo en Argelia, Egipto (con la caída del presidente Hosni Mubarak), Libia (con el final de Muhammar Gadafi, luego de la incursión aérea comandada por Francia y el Reino Unido) y Marruecos en donde el rey Mohamed VI anunció reformas en la constitución de ese país, luego de distintas protestas entre las cuales se destacaron inmolaciones. Necesario es decir que todos estos gobiernos, surgidos desde el nacionalismo árabe, durante el período 1950/1970, dieron paso a la presencia de gobiernos represores y que soslayaban la presencia de una oposición política creíble, sumado ello a la militarización exacerbada, las malas condiciones sociales, la falta de libertades y el desempleo que actuaron como un detonante en la génesis de las protestas sociales, sobre todo luego del fin del mundo bipolar, esto es la presencia de la (entonces) Unión Soviética y los Estados Unidos. Se ha sostenido que no fue sino hasta la culminación de lo que se denominara "Guerra Fría" (vgr. enfrentamiento mayormente ideológico entre los Estados Unidos y la ex Unión Soviética) cuando, salvo excepciones, se permite a los países mayor libertad política lo que coincide con un movimiento globalizador con ideas de occidente y que, a finales de la primera década de este siglo, termina por imponer a las redes sociales y a través de la Internet. Por ello la mayoría de los manifestantes fueron jóvenes, cercanos a esta tecnología y cuya mayor diferencia con sus antecesores fue contar con estudios básicos (y en casos universitarios). Ciertos autores consideran a estos movimientos como una segunda rebelión árabe anticolonialista (hacia el exterior) y antiautoritaria (en su interior). Si a ello se le adiciona la crisis económica (grave) que sumió a los países del norte de áfrica, que elevó el precio de los alimentos y commodities, provocando la hambruna en la población más pobre, se puede comprender en una primera aproximación la génesis del conflicto. Siria no ha sido una excepción a dichos movimientos, sobre todo teniendo presente que el actual Gobierno de Bashar Al Asad, es continuador de aquél que principiara su padre Hafez Al Asad y que guiara los destinos de Siria por más de treinta años, gobiernos que responden al partido político Baath o Baaz (que se mantuvo como única autoridad en Siria a través del unipartidismo político, nacionalista árabe, socialista y laico). El actual presidente Bashar Al Asad se encuentra en el poder desde el 17/7/00, tras el fallecimiento de su padre, Hafez Al-Asad. Su partido pertenece al Frente Nacional progresista, con mayoría en el parlamento (134 asientos), y otros nueve miembros que representan a 35 partidos políticos. Bashar Al-Asad y Asma Al Asad, su esposa, nacida y educada en el Reino Unido y musulmana sunni, inicialmente inspiraron esperanza para una reforma democrática y reformas estatales. Sin embargo entre julio de 2000 y agosto de 2001, tuvo lugar la denominada Primavera de Damasco, con un intenso debate político y social. El período fue caracterizado por la aparición de numerosos foros políticos o salones, donde grupos de personas con ideas afines se reunían en casas privadas para debatir asuntos políticos y sociales. Activistas políticos tales como Riad Seif, Haitham Al Maleh, Kamal Al Labwani, Riyad Al Turk y Aref Dalila fueron importantes en la movilización del movimiento. La "Primavera de Damasco" terminó en agosto de 2001, con el arresto y el encarcelamiento de diez destacados activistas que habían pedido elecciones democráticas y por una campaña de desobediencia civil. Al momento del levantamiento, Siria se encontraba bajo el estado de emergencia impuesto en el año 1962 y que suspendía la mayoría de las libertades y garantías constitucionales que protegían a los ciudadanos. Fue entonces que el régimen instala un estado policial suprimiendo (y en ocasiones reprimiendo) las manifestaciones en su contra (como la masacre de la ciudad de Hama, acaecida en el año 1982). A ello hay que sumarle que la familia presidencial pertenece a la minoritaria secta alawita (rama del islam chiita) que constituye sólo un 12,6% de la población siria. No obstante, conservaron gran mayoría de altos cargos en el ejército y ejercen un férreo control sobre la población con los servicios de seguridad, provocando el resentimiento de la mayoría sunita que constituyen las tres cuartas partes de la población en Siria. Es importante destacar que la economía de Siria sufrió una importante debacle al caer drásticamente la producción del petróleo, lo que obligó al Gobierno a reducir los subsidios al combustible (año 2008) lo que aumentó el precio de la gasolina y alimentos. Asimismo desde el año 2006 una fuerte sequía afectó la región, la que se hizo cada vez más cálida y árida, con precipitaciones más irregulares e intensas. La sequía fue exacerbada por una crisis hídrica que provocó la desertificación de las tierras de cultivo y un éxodo masivo rural de centenares de miles de personas, que dejaron muchas villas abandonadas. Los desplazados, que provenían de zonas principalmente suníes, se dirigieron a las ciudades costeras del país, tradicionalmente dominadas por la minoría alauita, generando tensiones sectarias. Para 2011, Siria se enfrentaba a un deterioro del nivel de vida nacional y a incrementos importantes en los precios de los productos básicos, con una alta inflación. El país se enfrentaba también a tasas de desempleo juvenil particularmente altas. La falta de perspectivas de un futuro mejor, el alto desempleo juvenil fueron los disparadores del hartazgo de la población y generaron el descontento general en contra de las autoridades constituidas. A ello hay que adicionar el nacimiento de distintos actores como el Frente Al Nusra, el Estado islámico de Irak y El Levante (EIIL o Isis) y los kurdos. El Frente Al Nusra, liderado por Abu Mohammed al-Golani, considerado como la parte más agresiva y violenta de la oposición, y el mayor grupo yihadista en Siria (año 2012) es responsable de unos 50 atentados suicidas, incluyendo varias mortíferas en Damasco. Está reconocida como organización terrorista por el gobierno sirio, además de países como Estados Unidos. El Isis ganó una gran cantidad de terreno en el noreste de Siria empezando en abril de 2013, y para finales de 2013 controlaba una gran zona en esa región. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos lo describió como "el grupo más fuerte". Este grupo, que se encuentra en franca retirada, tomó una gran importancia internacional al tomar varias ciudades iraquíes en la ofensiva en el norte de Irak de 2014. Se convirtió en el grupo yihadista más poderoso más allá de que, a la fecha por el apoyo ruso al gobierno de Al Assad y el de la coalición internacional, ha perdido ciudades importantes como Ramadí, Faluya y Alepo. Los kurdos por su parte, han conformado una minoría de fidelidad ambigua luchando en contra del Isis y Al Nusra, pero mirando con recelo al gobierno de Al Assad. EL ROL DE LAS POTENCIAS INTERNACIONALES Al Assad prometió "aplastar" lo que llamó "terrorismo apoyado por el exterior" y restaurar el control del Estado. La violencia se incrementó rápidamente en el país. En 2012 los enfrentamientos llegaron hasta la capital Damasco y la segunda ciudad del país, Alepo. Para entonces el conflicto ya se había convertido en más que una batalla entre aquéllos que apoyaban a al Asad y los que se oponían a él. Y adquirió pronto características sectarias enfrentando a la mayoría sunita del país, contra los chiitas alauitas, la rama musulmana a la que pertenece el presidente. Esto arrastró a las potencias regionales e internacionales, lo cual añadió otra dimensión al conflicto. La rebelión armada de oposición ha evolucionado significativamente desde sus comienzos. El número de miembros de la oposición moderada seglar ha sido superado por los grupos islamistas y yihadistas, como el autodenominado Estado Islámico y el Frente Al Nusra, un grupo afiliado a Al Qaeda del que hice referencia anteriormente. Los combatientes de Isis crearon una "guerra dentro de una guerra" en Siria, enfrentándose tanto a los rebeldes de la oposición moderada como a los yihadistas del Frente Al Nusra. También combatieron a las milicias kurdas, uno de los grupos que Estados Unidos está apoyando en el norte de Siria. Desde 2014, Estados Unidos, junto con Reino Unido y Francia, ha conducido incursiones aéreas contra el EI en Siria, pero ha evitado atacar a las fuerzas del gobierno sirio por aquel pacto no escrito de la posguerra por el cual Rusia se convierte en aliada de Siria y los EE.UU., de Israel. Rusia, por su parte, lanzó una campaña aérea sostenida en 2015 para "estabilizar" al gobierno sirio tras una serie de derrotas infligidas por la oposición. Irán, que es chiita, es el aliado árabe más cercano de Al Asad. Siria es el principal punto de tránsito de armamentos que Teherán envía al movimiento chiita Hezbolá en Líbano, el cual también ha enviado a miles de combatientes para apoyar a las fuerzas sirias. Se cree que Teherán ha gastado miles de millones de dólares al año para fortalecer a las fuerzas del gobierno sirio, ofreciendo asesores militares, armas, crédito y petróleo. Arabia Saudita es otro participante en este conflicto, pues para contrarrestar la influencia de Irán, su principal rival en la región, ha enviado ayuda militar y financiera importante a los rebeldes, incluidos los grupos con ideologías islamistas. Turquía es otro acérrimo simpatizante de los rebeldes, pero ha intentado que Estados Unidos limite su apoyo a las fuerzas kurdas, a quienes acusa de simpatizar con su enemigo, el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Durante los últimos meses, el gobierno turco ha tomado un rol más protagónico en el conflicto sirio negociando junto a Irán y Rusia un acuerdo parcial de cese el fuego. Rusia intervino desde un inicio apoyando la supervivencia de Al Asad en el gobierno, lo cual es crucial para mantener los intereses de Moscú en ese país. Estados Unidos, por su parte, insistió durante el gobierno de Barack Obama en solicitar la dimisión de Al Assad por considerarlo responsable de enormes atrocidades y si bien el actual mandatario estadounidense no dio señales claras de intervenir en contra del gobierno sirio, este último ataque indicaría todo lo contrario. Además del contundente mensaje enviado a Al Assad, los ataques son también una señal para Rusia e Irán, los principales benefactores de Damasco. También para China, que en opinión de Washington no está haciendo suficiente para detener los proyectos nucleares de Corea del Norte. El ataque de ayer tuvo lugar poco después de la reunión de Trump con su par chino, Xi Jinping, en Florida. En suma, la escalada militar reciente en la crisis siria nos indicaría que, lejos de finalizar, el conflicto ha recrudecido. Daría la impresión de que, con el Isis disminuido, la política exterior de los EE.UU. mira con absoluta desconfianza al gobierno sirio. El problema, como siempre, es que, más allá de los intereses de las grandes potencias y del mensaje bélico que de manera recíproca puedan enviarse unos a otros, la población civil sigue soportando el horror de la guerra con crímenes que importan flagrantes violaciones al Estatuto de Roma (Corte Penal Internacional). Es necesario una vez más, que la comunidad internacional toda, ya sea mediante sus buenos oficios, la mediación o echando mano a la denominada responsabilidad de proteger, colabore en lograr el delicado equilibrio (político y social) que hoy se encuentra roto en la República de Siria, garantizando la vigencia de ambos regímenes de derecho en aras justamente de proteger a la persona humana. Las experiencias de Darfur, Rwanda, Kosovo, Sebrenica, Afganistán, Irak, Sudán, entre muchas, son casos testigos que mostraron la ineficacia de una respuesta internacional tardía. No debe permitirse que la actual escalada de violencia genere más víctimas y desplazados pues ello atenta justamente en contra de la esencia y naturaleza humana.

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