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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 21,1-14.

21/04/2017 02:18 El Evangelio
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Evangelio según San Juan 21,1-14. Evangelio según San Juan 21,1-14.

Jesús se apareció otra vez a los discípulos a

orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban

juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo,

Natanael, el de Caná de Galilea,

los hijos de Zebedeo y otros

dos discípulos. Simón Pedro les

dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron:

“Vamos también nosotros”.

Salieron y subieron a la

barca. Pero esa noche no pescaron

nada. Al amanecer, Jesús estaba

en la orilla, aunque los discípulos

no sabían que era él.

Jesús les dijo: “Muchachos,

¿tienen algo para comer?”. Ellos

respondieron: “No”. El les dijo:

“Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”.

Ellos la tiraron y se llenó tanto de

peces que no podían arrastrarla. El discípulo

al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”.

Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor,

se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba

puesto, y se tiró al agua.

Los otros discípulos fueron en la barca,

arrastrando la red con los peces, porque estaban

sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar

a tierra vieron que había fuego preparado, un

pescado sobre las brasas y pan.

Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados

que acaban de sacar”. Simón Pedro subió

a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces

grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a

pesar de ser tantos, la red no se rompió.

Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno

de los discípulos se atrevía a preguntarle:

“¿Quién eres”, porque sabían que era el Señor.

Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo

lo mismo con el pescado. Esta fue

la tercera vez que Jesús resucitado

se apareció a sus discípulos.

Comentario

Dios misericordioso y compasivo,

amigo de los hombres...,

cuando tú hablas nada hay imposible.

Incluso aquello que parece imposible

a nuestro espíritu; eres tú

quien das un fruto sabroso a cambio

de las duras espinas de esta vida...

Señor Jesucristo, aliento vital

de nuestras fosas nasales y esplendor de nuestra

belleza..., luz y dador de luz, no te alegras del

mal, no quieres que nadie se pierda, ni deseas jamás

la muerte de nadie. No te agitas en la turbación

ni estás sujeto a la cólera; tu amor es inquebrantable

y duradero y no dejas de compadecerte;

no abandonas nunca tu bondad.

No vuelves nunca la espalda a nadie ni le giras

tu rostro, sino que eres totalmente luz y voluntad

de salvación. Cuando quieres perdonar,

lo puedes hacer; cuando quieres curar, eres

poderoso; cuando quieres vivificar, eres capaz

de hacerlo, cuando quieres conceder gracia,

eres generoso; cuando quieres devolver

la salud, lo sabes hacer... Cuando quieres renovar,

eres creador; cuando quieres resucitar,

eres Dios... ?

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