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Relatos que ayudan a reflexionar

06/05/2017 19:45 Viceversa
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Relatos que ayudan a reflexionar Relatos que ayudan a reflexionar

Además de ser placentero, leer nos ayuda a ser mejores personas. Según el novelista y psicólogo Keith Oatley, de la Universidad de Toronto, Canadá, la ficción es la simulación de nosotros mismos en interacción. Es decir que al ser una especie de exploración de una mente ajena, quien lee mejora su empatía y comprensión de los demás. La lectura es un instrumento válido para estimular nuestras virtudes y especialmente la empatía.

El profesor Germán Montiel es un lector nato y eso se nota. Personalmente creo que es un lector compulsivo, que tiene adicción por la lectura, como aquel personaje de John Updike, la poetisa búlgara cuyo oficio era leer.

En uno de esos escritos, él mismo se retrata y dice que es un “ávido lector de libros de política, no de historia porque según él ‘ya no quiere aprender más’, así dice al que lo escucha, pero en su interior su ego le dice que ‘ya sabe demasiado’, pero por supuesto que eso no lo menciona y comenzó a inclinarse más por la literatura.

Montiel no puede dejar de escribir lo que le impacta emocionalmente y lo vuelca en crónicas, en memorias de sus vivencias, viajes y también excursiones urbanas. Nos permite ver a través de sus ojos la escena, empaparse del clima que tan bien sabe crear, como el pintor que con un simple esbozo y color nos da una certeza confiable de lo que allí ocurre.

Pero, para mi gusto, lo que mejor le sale son las descripciones de los personajes. Va desde lo físico, pasando por la vestimenta hasta percibir lo que piensan, la decisión que tomarán ese momento o si están felices, tristes o hambrientos. Lo suyo es una escritura reflexiva, auténtica, colmada de empatía hacia sus personajes.

Los relatos traen a la vista y al oído fragmentos de la vida, situaciones y personas que ameritan la atención y la escucha, como la enfermedad, la pérdida, el dolor, la injusticia, la duda, la esperanza, la impotencia y la alegría. A fin de cuentas, es de pasiones y emociones de lo que se compone la vida, aquellos momentos que transcurren mientras estamos atareados en el trabajo, en la sociedad y en la familia.

Entre los personajes que ha creado, tiene debilidad por los más humildes, por la gente común, como el negro Shimu y Osvaldo, el hombre que con su vozarrón va cantando feliz mientras hace los mandados.

Por supuesto que no deja de lado el romanticismo. Tiene unos cuantos relatos en donde manda Eros, y un personaje rubio y de ojos azules que hace vibrar las fibras íntimas del autor. Es la Reina de este libro porque manda sobre los sentimientos.

Montiel comparte algunas perlitas de historia argentina. Por ejemplo, en el relato del negro Shimu, donde nos cuenta sobre los gobernadores santiagueños que tuvieron un mandato express, casi de horas. También sobre Lavalle, y cómo descarnaron al cadáver para llevarlo a Bolivia.

El libro está compuesto en su mayoría por relatos, sólo hay unos pocos cuentos que respetan esta estructura. Entre ellos rescato como muy valiosos y de análisis preferencial “Tiempo cero”. La cercanía y el acecho de la Parca, el tiempo que corre y finalmente se detiene con la muerte. Está muy logrado porque se puede apreciar la intensidad psicológica de ese tiempo que se pierde para llegar finalmente al fatal desenlace que ya desde el comienzo lo intuimos.

En el mismo rango está “9 cruces”, en el que maneja con maestría la tensión que va aumento. El lector de antemano ya sabe cuál será el final, pues va tirando miguitas de pistas y se intuye que está contando la víspera del asesinato de Facundo Quiroga.

Otro, que por ser cómico no es menos logrado es “Fran y el Vieji”. La picaresca y el humor hacen que se lo disfrute hasta el final. Entre los microrrelatos, “Día lluvioso” parece el tráiler de una película romántica que nos “engancha” de inmediato.

Al leer este libro, uno puede preguntarse ¿para qué escribe el autor?, ¿para quién? ¿Cuáles son los beneficios de escribir tanto? ¿Serán económicos?¿ Se volverá rico el autor de tanto vender libros? Yo creo que hay otro tipo de beneficios cuando uno escribe. Muchos de ellos se hacen evidentes en la interacción social o con los familiares; en esta interacción se potencia la sensibilidad de manera profunda. Las relaciones se construyen con perspectiva empática. Pero a la vez y éste es uno de los puntos que quiero resaltar, le permite al escritor reflexionar sobre su propia vida, sus concepciones y sus formas de relación frente a las relaciones, el dolor y la muerte.

En esta especie de catarsis existencial, Montiel nos brinda en este libro esas experiencias de vida, de las que no tiene pereza de volcarlas al papel. Se sienta y nos dice: yo quiero escribir sobre el nacimiento de mis nietas mellizas. Pero por ahí no le sale, le gana la emoción del momento. La traducción del sentimiento a la letra es ininteligible y es entonces cuando pone el punto final.

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