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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

Cristo me llama hoy

06/05/2017 22:20 Padre Koffi Gilbert
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Cristo me llama hoy Cristo me llama hoy

Hoy vamos a aprovechar el Día de

la Jornada Mundial de la Oración y de

las Vocaciones para reflexionar. Sabemos

que Dios nos llama, Dios nos

necesita, Dios quiere que colaboremos

con él para ir a anunciar la buena

noticia. A veces nos preguntamos

¿será que Cristo me llama? o ¿por

qué Cristo me llama? Hay que decir

sí o no. Primero Dios me llama a la vida,

y la vida la tenemos en abundancia.

Después me da la vocación cristiana.

Todos la tenemos. Podemos

aprovechar las palabras del Papa

Benedicto XVI que decía: “Queridos

jóvenes, no tengan miedo de Cristo.

él no quita nada, y lo da todo”.

Después de recibir los sacramentos

de iniciación, Cristo nos llama.

Cristo nos llama sobre todo después

de la confirmación porque llegamos a

venir de adultos a la iglesia, al compromiso

grande que debemos tomar.

Hay que aceptar la llamada de

Dios porque él nos necesita para enviarnos.

Hemos visto todo lo que ha

pasado. Hay que discernir el llamado,

la vocación. Decidir y no dejar

pasar la oportunidad, y después actuar.

Es un compromiso muy grande.

Todo cristiano tiene una vocación,

una misión adentro de la iglesia. Hay

que descubrirla. Hacerse ayudar o

pedir la gracia para iluminar su vida,

su mente y sus decisiones. Por eso

hay que hacer un encuentro sincero

con Cristo. Sin ese encuentro no podremos

conocer a Dios, y cómo vamos

a hablar de él sin conocerlo. Haz

encuentro con Cristo para recibir su

gracia, como lo han hecho todos los

santos y las santas.

Cuesta, quizás es difícil, pero es

posible. No miren todo lo que dice y

ofrece el mundo; hay que obrar en

nombre de Dios de la Trinidad. Nunca

decir no puedo, por qué a mí, o por

qué Dios me llama.

Aprovechando la llamada de Dios

podemos citar el mensaje que ha dado

el Papa por este domingo que es

la Jornada Mundial de la Oración y de

las Vocaciones con el lema “Empujados

por el Espíritu para la misión”. El

mensaje decía: “La dimensión misionera

de la llama cristiana: quien se

deja atraer por la voz de Dios que se

pone en camino para seguir a Jesús,

descubre enseguida, dentro de él, un

deseo incontenible de llevar la Buena

Noticia a los hermanos, a través de

la evangelización y el servicio movido

por la caridad”. Entonces, nosotros

podemos llevar la buena noticia

a los demás. La misión no es solo ir a

visitar o compartir la vida de los demás,

sino es ir, descubrir y hacer la

propuesta a la gente.

“Todos los cristianos han sido

constituidos misioneros del Evangelio”.

Me parece que todos somos misioneros,

no hay un grupo, no hay

personas misioneras; la iglesia toda

es misionera.

Continúa el Papa: “El discípulo,

en efecto, no recibe el don del amor

de Dios como un consuelo privado,

y no está llamado a anunciarse a sí

mismo, ni a velar los intereses de un

negocio; simplemente ha sido tocado

y transformado por la alegría de

sentirse amado por Dios y no puede

guardar esta experiencia solo para

sí: «La alegría del Evangelio que llena

la vida de la comunidad de los discípulos

es una alegría misionera». Por

eso, el compromiso misionero no es

algo que se añade a la vida cristiana,

como si fuese un adorno, sino que,

por el contrario, está en el corazón

mismo de la fe: la relación con el Señor

implica ser enviado al mundo como

profeta de su palabra y testigo de

su amor”.

Todo cristiano en vir tud de su

bautismo es un portador de Cristo

para los hermanos. Y debemos llegar

a no mirar como consumidores,

como cristianos de formalidad o de

devoción. Somos cristianos comprometidos

con el anuncio del Evangelio

en nuestras casas, lugares de trabajo,

realidades.

Cuántas veces hemos pensado

que la evangelización es únicamente

el Papa. Todo cristiano, todo ser

humano puede hacer conocer a Cristo.

No se dejen impresionar, engañar,

quitar la posibilidad de anunciar

a Cristo.

Hoy hablamos de que no hay sacerdotes,

religiosos ni religiosas, laicos

comprometidos. Nuestra iglesia,

sobre todo en Santiago del Estero

necesita personas comprometidas,

hombre y mujeres, para llegar a

decir y actuar como los apóstoles.

No quedarnos en la iglesia, en las devociones,

en las fiestas patronales.

Hay que salir y encontrar las realidades

porque adonde hay un ser humano

está Cristo; donde hay dificultades

hay un Cristo que sufre; adonde

hay problemas, es Cristo que está en

problemas. Nosotros no vamos a solucionar

todo, pero podemos dar alivio,

consuelo y esperanza.

El Papa termina su mensaje orando

a nuestra Madre, la Virgen María:

“María Santísima, Madre de nuestro

Salvador, tuvo la audacia de abrazar

este sueño de Dios, poniendo su juventud

y su entusiasmo en sus manos.

Que su intercesión nos obtenga

su misma apertura de corazón,

la disponibilidad para decir nuestro

«aquí estoy» a la llamada del Señor

y la alegría de ponernos en camino,

como ella, para anunciarlo al mundo

entero”.

Vayamos entonces, con esperanza,

disponibilidad, generosidad y solidaridad

porque Dios está vivo, está

con nosotros. No guardemos lo que

hemos recibido gratuitamente de él.

Amén. l

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