Yo soy el camino, la verdad y la vida Yo soy el camino, la verdad y la vida
cena de despedida donde
se anuncia la traición
de Judas y las negaciones
de Pedro, el evangelista
coloca estas palabras
de Jesús en las que
se revela como el “camino”
que conduce a la comunión
con el Padre.
Frente a la muerte de
Jesús que se avecina los
discípulos experimentan
una profunda conmoción
no sólo por la separación
de aquel a quién
amaban sino también
por el fracaso inminente
de su proyecto.
En este contexto, Jesús
los consuela invitándolos
a creer en él y en
Dios, y revelándoles que
después de “prepararles
un lugar” volverá a ellos
para permanecer a su lado
y conducirlos a la comunión
con el Padre.
El fracaso de su pretensión
y la inminencia
de la muerte de Jesús
producen conmoción en
los discípulos. ¿Qué pasaría
con la llegada del
Reino de Dios que anunciaba
Jesús?, ¿Qué harían
de sus vidas ahora
que seguir al maestro
había resultado un fracaso?
Frente a este desconsuelo,
Jesús los invita
a creer: en Dios, como
todo creyente judío, y en
él mismo, que les ha revelado
progresivamente
su identidad y el cometido
de su misión.
El éxodo de Jesús al
Padre tiene un sentido
para ellos: “les voy a
preparar un lugar y volveré
a buscarlos para
llevarlos conmigo para
que donde yo esté, estén
también ustedes”. El acceso
al Padre es obra de
Jesús. él volverá, después
de resucitar y estará
con sus discípulos en
la comunidad de fe, pero
a la vez, los conducirá al
Padre.
Tomás, con sus dudas,
representa a los discípulos,
que no comprenden
la misión del
maestro ni el significado
de su éxodo: “no sabemos
a dónde vas. ¿Cómo
vamos a conocer el
camino?”. Jesús responde:
“Yo soy el camino,
la verdad y la vida:
nadie viene al Padre sino
por mí”. Ante las dudas
y la incomprensión
de los discípulos, Jesús
se revela como el único
acceso al Padre. Sólo Jesús
conduce al Padre, no
hay otro camino. Si ellos
creen que Jesús es la
verdad y la vida, entonces
estarán seguros de
que Jesús los conducirá
a Dios. ¿Por qué? Porque
él está ya en Dios y
si conocen al hijo, también
conocen al Padre.
Felipe con su solicitud:
“muéstranos al Padre”
posibilita la profundización
de la revelación
de Jesús: “el que me ha
visto ha visto al padre.
¿No crees que yo estoy
en el Padre y el Padre está
en mí?”. Los discípulos
quieren conocer a
Dios, es decir, tener una
“experiencia” de intimidad
con él, ser envueltos
por su gloria. Pero todavía
no sólo que no reconocen
a Jesús como el
“camino” al Padre, sino
que no perciben que entre
Jesús y el Padre hay
comunión perfecta. A
través del Hijo, los creyentes
están en la presencia
del mismo Padre.
Conclusión
Jesús consuela y suscita
la fe en sus discípulos
que están turbados
por el inminente desenlace
de su vida. Los invita
a confiar en Dios y en
él mismo, porque a pesar
del aparente fracaso
de su misión, el Padre
no lo abandona y lo
rescata de las entrañas
de la muerte resucitándolo
para la vida. Y después,
él vuelve a los “suyos”,
a quienes llamó a
la fe para acompañarlos
de una manera nueva,
pero no menos significativa,
en la misión
haciéndolos parte en la
experiencia de comunión
con el Padre. Sólo
después del éxodo de
Jesús, los discípulos bajo
la nueva presencia del
resucitado, se transforman
en una comunidad
pascual, es decir, una comunidad
nacida de la resurrección
y capacitada
para dar testimonio de
la verdad y la vida.
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