Evangelio según San Juan 14,27-31. Evangelio según San Juan 14,27-31.
“Les dejo la paz, les doy
mi paz, pero no como la da el
mundo. ¡No se inquieten ni teman!
Me han oído decir: ‘Me
voy y volveré a ustedes’. Si
me amaran, se alegrarían de
que vuelva junto al Padre,
porque el Padre es más grande
que yo.
Les he dicho esto antes
que suceda, para que cuando
se cumpla, ustedes crean.
Ya no hablaré mucho más
con ustedes, porque está
por llegar el Príncipe de este
mundo: él nada puede hacer
contra mí, pero es necesario
que el mundo sepa que
yo amo al Padre y obro como
él me ha ordenado”.
Comentario
Seguimos asistiendo a las
correrías apostólicas de Pablo,
narradas en el libro de
los Hechos de los Apóstoles.
Descubrimos cómo le toca
enfrentarse al fanatismo y a
la intolerancia de sectores judíos
radicales. Esto nos lleva
a confirmar aquello de que no
existe ‘cristianismo sin cruz’.
El Evangelio de hoy nos
exhorta a dos cosas: primero,
a no inquietarnos ni acobardarnos
frente a lo que Jesús
llama ‘el príncipe de este
mundo’; y segundo, a no olvidar
la promesa que él ha hecho
de acompañarnos en las
pruebas. ¿Confiamos personalmente
en esa promesa
hecha por Jesús de acompañarnos
principalmente en los
momentos más difíciles?
Recordemos que la autenticidad
de nuestro testimonio
se mide por la entrega
de la vida. Una vida acomodada
y sin dificultades, por
el contrario, rehúye a todo lo
que tenga que ver con el sacrificio,
la renuncia y la donación
desinteresada. Citamos,
oportunamente, uno de los
mensajes proféticos del beato
Mons. Romero de El Salvador:
“Una religión de misa dominical,
pero de semanas injustas,
no agrada al Señor.
Una religión de mucho rezo,
pero con hipocresía en el corazón,
no es cristiana. Una
Iglesia que se instalara solo
para estar bien, para tener
mucho dinero, mucha comodidad,
pero que olvidara
el reclamo de las injusticias,
no sería la verdadera Iglesia
de nuestro divino Redentor”.
(Monseñor Romero, Homilía 4
de diciembre de 1977).
¿No será que nos hemos
acomodado a una vida cristiana
de misa dominical y
de prácticas piadosas, pero
de poco compromiso social?
¿Acaso las situaciones
injustas que se viven a diario
cuestionan mi vida cristiana?
No olvidemos que la paz que
nos brinda Jesús no se refiere
a la ausencia de conflicto,
sino una paz que nace como
fruto de la justicia.