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EL LIBERAL . El Evangelio

Si me aman guardarán mis mandamientos

20/05/2017 20:47 El Evangelio
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Si me aman guardarán mis mandamientos Si me aman guardarán mis mandamientos

Tras el anuncio de las obras: “El que cree en

mí hará las obras que yo hago y aún mayores,

aquí se promete la presencia del Hijo en el hoy

de los discípulos. La promesa de la presencia

de Dios en la comunidad que atraviesa toda la

tradición bíblica, llega aquí a su cumplimiento.

La venida de Jesús a los suyos, después de la

resurrección, trae como consecuencia la comunión

entre el Hijo y el discípulo y el amor con

que el discípulo será amado por el Padre. El Padre

y el Hijo vendrán a hacer morada en el discípulo.

En ese marco, se enuncia la venida del Espíritu,

el otro paráclito, que estará para siempre

con los discípulos si guardan sus palabras.

Teniendo como telón de fondo la tradición

deuteronómica que señala que amar a Dios y

guardar sus mandamientos son una sola cosa

para Israel llamado a la alianza, Jesús en el

evangelio de Juan nos dice que el que lo ama

guardará sus mandamientos, es decir, creerá

en él, se adherirá a su persona y aceptará su

misión. A éstos, se les anuncia que, por la intervención

del Hijo, el Padre les dará otro Paráclito

“para que esté con ustedes para siempre”.

Después de la marcha de Jesús al Padre,

la promesa de la presencia de Dios en la comunidad

creyente, se realiza gracias al Espíritu.

El Paráclito es el “espíritu de la verdad” a

quién el mundo no puede recibir porque no lo

ve ni lo conoce. Los que se niegan a creer en

el Hijo no lo pueden recibir porque no lo conocen.

Por el contrario, a sus discípulos Jesús les

dice: “ustedes lo conocen porque él permanece

a vuestro lado y estará en ustedes”. El Espíritu

ya estaba junto a los discípulos en el ministerio

de Jesús, pero no actuaba todavía en

ellos. Después de la glorificación del Hijo, el Espíritu

estará en los creyentes, como un río de

agua viva.

Jesús asegura a sus discípulos que no los dejará

huérfanos, su muerte no significa un abandono,

por el contrario, viene a ellos. El Espíritu actuará

en relación con la misión del Hijo, no viene

a suplantarlo, ni a realizar otra misión, es la misma

del Hijo. El Cristo resucitado y glorificado junto

al Padre, es a la vez el “viviente”, el vencedor de

la muerte, y sus discípulos también vivirán porque

gracias a Jesús participarán de la comunión divina.

Después de la resurrección, los discípulos

conocerán de verdad, quién era Jesús de Nazaret:

el Hijo que es uno con el Padre, el Viviente

por excelencia y descubrirán lo que significa para

ellos creer en él.

La fe en Jesús permitirá a los discípulos

conocer la relación de intimidad que hay entre

el Padre y el Hijo y podrán experimentar

la comunión con el Hijo. Más aún, si guardan

los mandamientos de Jesús y lo aman serán

amados por el Padre y el Hijo y éste se manifestará

a ellos, los hará parte de la comunión

divina.

Conclusión

La vuelta de Jesús al Padre no deja a los

discípulos huérfanos, él estará presente de

un modo nuevo: como el Viviente, que vivifica

a los que creen en él, los que cumplen su palabra

y lo aman. Pero a la vez, los discípulos

podrán contar con la “presencia” del Espíritu,

que los ayudará, a llevar adelante la misión del

Hijo. Por eso, si creen en él, serán

amados por el Padre y por

el mismo Hijo glorificado, y

vendrán a habitar en el corazón

de los creyentes. Por

la fe, los discípulos son introducidos

en la comunión

divina, pueden experime

n t a r ya

desde ahora

la Vida de

Dios en sus

vidas.

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