Evangel io según San Juan 16,20-23. Evangel io según San Juan 16,20-23.
a sus discípulos:
“Les aseguro que ustedes
van a llorar y se van a lamentar;
el mundo, en cambio,
se alegrará. Ustedes estarán
tristes, pero esa tristeza se
convertirá en gozo.
La mujer, cuando va a dar
a luz, siente angustia porque
le llegó la hora; pero cuando
nace el niño, se olvida de su
dolor, por la alegría que siente
al ver que ha venido un
hombre al mundo.
También ustedes ahora
están tristes, pero yo los volveré
a ver, y tendrán una alegría
que nadie les podrá quitar.
Aquel día no me harán
más preguntas”.
Comentario
La Palabra de Dios para
este día nos recuerda dos
fundamentales características
de los testigos de la resurrección:
no dejarse dominar
por el miedo y no silenciar el
mensaje de Vida Nueva propuesto
por Jesús.
Hemos venido acompañando
a San Pablo en sus viajes
y hemos descubierto tanto
la receptividad como el rechazo
a su mensaje. A pesar
de las amenazas e intimidaciones
buscando acallarlo,
había una convicción que lo
llevaba a superar el miedo. En
el texto de hoy Dios lo respalda
y acompaña con estas palabras:
“No temas, sigue hablando
y no te calles, pues yo
estoy contigo, y nadie te pondrá
la mano encima para hacerte
daño...”.
Recordemos que la Iglesia
cuando vive su vocación profética
y busca que su anuncio
a favor de la vida vaya acompañado
con la denuncia de
las injusticias siempre terminará
incomodando.
Hoy son muchos los que
en distintas partes del mundo
son amenazados y amedrentados
por la defensa de
la vida en todas sus formas.
Podríamos elevar una oración
pidiendo fortaleza para
los que son perseguidos y
comprometernos con el Dios
del Vida resucitada para que,
venciendo nosotros el miedo,
nos sumemos a esas luchas
que se realizan en contra
de tanto proyecto de muerte
(minería, cultivos transgénicos,
acaparamiento del recurso
hídrico, etc.). Proyectos
de un mundo capitalista
que no buscan el bien de las
mayorías sino el abuso y exceso
de los recursos para enriquecer
a unos pocos.
El Evangelio nos presenta
la figura de la mujer que sufre
dolores de partos y con tristeza
padece el sufrimiento,
“pero, en cuanto da a luz al
niño, ni se acuerda del apuro,
por la alegría de que al mundo
le ha nacido un hombre”. Así
debemos de ser los cristianos
en el desarrollo de nuestro
espíritu profético, valientes
para enfrentar lo que
conlleva posicionarse a favor
de la justicia, la paz y la vida,
seguros de los frutos que cosecharemos.
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