La infinitud de los cielos que caben en cada palabra La infinitud de los cielos que caben en cada palabra
Artayer fueron concebidos
bajo la premisa de que” todos
y cada uno de los hombres,
somos herederos de
la humanidad que nos precede”.
A lo largo de su carrera,
el reconocido poeta y
profesor de Castellano, Literatura
y Latín, evocado
por distintas generaciones
de alumnos, ha intentado
siempre descubrir la realidad
mítica expresada por
medio de un lenguaje poético
por excelencia.
En su reciente trabajo
titulado “Por un hombre
pasan infinitos cielos”
(Editorial Lucrecia),
el poeta nacido en la ciudad
de La Banda procura
desde un estado de encanto,
llegar con su poética a
las nuevas generaciones, y
desde su profundidad intuitiva
del mundo primordial,
intentar descifrar el
misterio de lo mítico.
Según Nora Díaz de
Grupali en esta obra, “el
lector se encontrará con
un punto de partida, la noche,
los infalibles ciegos,
los amantes, el poema, el
día, los números, los mitos,
el hombre y la llegada relativa”.
Se puede inferir que los
cielos, en esta obra de Artayer,
“simboliza desde lo
original, el no ser, como
una potencia del hombre,
y también las infinitas posibilidades
de su ser en ese
“no ser” con una esperanza
futura del “divino ser” en
su realización final.
Desde el pensamiento
del poeta Octavio Paz, “el
poema es vía de acceso al
tiempo, inmersión en las
aguas originales de la existencia;
una poesía sin sociedad
sería un poema sin
autor, sin lector y, en rigor,
sin palabras”.
Respecto del poema que
Artayer inspira, Díaz de
Grupalli sintetizó que en
su obra, “el lenguaje recobra
su originalidad primaria,
con reducciones que le
imponen la prosa y el habla
cotidiana, así, la palabra en
libertad, es cuando el poeta
pone en libertad su materia.
Y la palabra del poema
no es solo palabra, sino
que encarna algo que la
trasciende y la traspasa”.
¿Cuál sería la relación
entre el hombre,
la poesía y los cielos?
-El poema contiene al
poeta que le da vida. Cada
uno de nosotros es único,
indivisible e inimitable.
Sin embargo, a pesar
de esa condición propia del
ser humano, por cada uno
de nosotros pasa cada una
de las historias y experiencias
de todas aquellas generaciones
que nos precedieron
desde tiempos inmemoriales.
En el devenir
histórico, atravesamos
raudamente esa corriente
porque nuestra vida, en
proporción, es fugaz. Sin
embargo, alguna huella tenemos
que dejar. No es casual
que los infinitos cielos,
pueden ser simbolizados
sin ningún esfuerzo
por la palabra, que precede
a nuestro nacimiento, vive
con nosotros y nos proyecta.
Y todo lo que viene con
la palabra, nos hace sencillamente
humanos.
¿Qué significancia
tiene la palabra poetizada
como sentido de
nuestras vidas?
-Yo sostengo que el texto
poético, o mejor dicho,
todo texto literario, establece
una suerte de complicidad
con el lector, pero
que es en realidad el texto
el que lee al lector, y no al
revés. El texto, por su densidad
y trascendencia, crea
al lector la obligación de
poner en juego todas sus
competencias, su novela
personal en pleno puesta
en el acto de la lectura. Entonces
el texto, vuelve resignificado,
desde esa lectura
hacia el emisor. Por
eso, un texto tiene éxito en
tanto es reescribible, como
decía Roland Barthes.
Cada lector debe reescribir
su propia historia personal,
ése es el sentido que
tiene el discurso poético,
que por otro lado, la palabra
misma, ya es un esbozo
de poema, puesto que no
describe, sino que menciona
las cosas. La palabra, no
nombra las cosas, sino que
las refiere con un nombre
convencional, el que le puso
el hombre desde tiempos
inmemoriales. Desde
entonces, “es el hombre /
esclavo de la palabra”.
Parece ser que el poeta,
con mucha hondura,
es quien mejor resume
cada instante fugaz y
mágico que vive el hombre…
-Es que justamente la palabra
debe eternizar los momentos
fugaces. Por eso es
que la palabra nos precede
y nos sobrevive, porque
es la encargada de llevar ese
mensaje aunque fugaz, pero
cierto, a las generaciones
que vienen detrás de nosotros.
Muchos escritores piensan
que cuanto más intrincadamente
escriben, son mejores
poetas, cuando en realidad,
poeta es el que mejor
transmite esas respuestas,
aunque sean muy parciales,
a las preguntas que todos
los seres humanos nos hacemos,
y que muchas veces no
podemos plasmarlas en palabras,
y para eso está el lenguaje
poético. Siempre ronda
en mí la idea de que somos
habitantes del cosmos,
aunque fugitivos en él. Pero
algún atisbo de humanidad,
menciono en mi trabajo …
“tengo las expectativa de que
las reverberaciones del sentido,
la sugerencia de honduras,
la intuición de zozobras,
la perplejidad ante la vida en
marcha hacia su única certeza,
afloren de los poemas, resumen
del inminente silencio
que precede al reconocimiento,
y aceptación, de cual
solo flotamos en la infinitud
de los cielos que caben en cada
palabra, y cuán esperanzados
en que la memoria del
cosmos conserve un vestigio,
siquiera, del poema que intentamos
ser a cada instante…”.
¿Y en el amor también
se simboliza esta
orientación intrínseca
de su poesía?
-En los poemas de amor
hago también referencia a
estas circunstancias de que
somos uno, y toda la historia
que pasa por cada uno, donde
hay elementos que nos
identifican, hay una constante,
un pensamiento filosófico-
religioso- humano que tiñe
toda mi producción del
principio. De manera que sobre
el amor, en “Alguien y su
muchedumbre” digo que somos
el aspecto que tenemos
nosotros en este momento,
que quizás “ya fue habitado
tal vez por mil personas,
/ que gustaron la miel
con otros modos / y amaron
a su vez con sangre propia./
Es por eso amor, que sabe a
lejos, a nostalgia y a mar, y
a soledades el profundo fervor
de cada beso, / si en la
boca al besar, vamos en ecos
de otros tiempos y lugar que
nadie sabe, al nuevo porvenir
que está naciendo…” es el
amor el sentimiento trascendente
que nos convierte en
plenamente humanos (poesía
Los Labios).
¿Qué poetas clásicos
de Santiago le despiertan
nostalgia?
-Añoro a grandes poetas
como Luis Manzione,
el añatuyense Carlos Abregú
Virreyra; Clementina
Quenel, Horacio Rava, y
mis contemporáneos como
Carlos Figueroa, Betty
Alba, Felipe Rojas, Alfonso
Nassif, entre otros tantos
extraordinarios poetas. De
todos los poetas, uno siempre
aprende algo.
¿Cuál es su visión sobre
la actual voz poética
juvenil?
-Tenemos grandes valores.
Siempre digo que el genio
poético no se adquiere
en ninguna parte, viene con
uno. Muchos creen que estudiar
el profesorado en letras
te convierte en poeta,
pero eso es solo información,
una formación técnica
direccionada hacia la literatura.
El poeta se hace
si es que tiene en sus genes
proclividad hacia la palabra
y sus condiciones para
percibir y plasmar en palabras
el mundo que nos rodea,
tampoco es cuestión
de usar las palabras que están
en el vulgo. Todo texto,
y con mayor razón el literario,
debe comunicar algo,
no es una cuestión snob, se
trata de trascender y perdurar
a través de la literatura.
Hay que tener respeto
por las palabras y le digo a
los jóvenes que pongan en
cuestión lo que dicen otros,
incluso lo que yo digo, para
que formen su propio criterio
para medir los valores
literarios de cada texto. No
hay que dejar de leer y formarse,
para poder sustentar
la palabra poética. l