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EL LIBERAL . Viceversa

La infinitud de los cielos que caben en cada palabra

03/06/2017 20:41 Viceversa
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La infinitud de los cielos que caben en cada palabra La infinitud de los cielos que caben en cada palabra

Los poemas de Carlos

Artayer fueron concebidos

bajo la premisa de que” todos

y cada uno de los hombres,

somos herederos de

la humanidad que nos precede”.

A lo largo de su carrera,

el reconocido poeta y

profesor de Castellano, Literatura

y Latín, evocado

por distintas generaciones

de alumnos, ha intentado

siempre descubrir la realidad

mítica expresada por

medio de un lenguaje poético

por excelencia.

En su reciente trabajo

titulado “Por un hombre

pasan infinitos cielos”

(Editorial Lucrecia),

el poeta nacido en la ciudad

de La Banda procura

desde un estado de encanto,

llegar con su poética a

las nuevas generaciones, y

desde su profundidad intuitiva

del mundo primordial,

intentar descifrar el

misterio de lo mítico.

Según Nora Díaz de

Grupali en esta obra, “el

lector se encontrará con

un punto de partida, la noche,

los infalibles ciegos,

los amantes, el poema, el

día, los números, los mitos,

el hombre y la llegada relativa”.

Se puede inferir que los

cielos, en esta obra de Artayer,

“simboliza desde lo

original, el no ser, como

una potencia del hombre,

y también las infinitas posibilidades

de su ser en ese

“no ser” con una esperanza

futura del “divino ser” en

su realización final.

Desde el pensamiento

del poeta Octavio Paz, “el

poema es vía de acceso al

tiempo, inmersión en las

aguas originales de la existencia;

una poesía sin sociedad

sería un poema sin

autor, sin lector y, en rigor,

sin palabras”.

Respecto del poema que

Artayer inspira, Díaz de

Grupalli sintetizó que en

su obra, “el lenguaje recobra

su originalidad primaria,

con reducciones que le

imponen la prosa y el habla

cotidiana, así, la palabra en

libertad, es cuando el poeta

pone en libertad su materia.

Y la palabra del poema

no es solo palabra, sino

que encarna algo que la

trasciende y la traspasa”.

¿Cuál sería la relación

entre el hombre,

la poesía y los cielos?

-El poema contiene al

poeta que le da vida. Cada

uno de nosotros es único,

indivisible e inimitable.

Sin embargo, a pesar

de esa condición propia del

ser humano, por cada uno

de nosotros pasa cada una

de las historias y experiencias

de todas aquellas generaciones

que nos precedieron

desde tiempos inmemoriales.

En el devenir

histórico, atravesamos

raudamente esa corriente

porque nuestra vida, en

proporción, es fugaz. Sin

embargo, alguna huella tenemos

que dejar. No es casual

que los infinitos cielos,

pueden ser simbolizados

sin ningún esfuerzo

por la palabra, que precede

a nuestro nacimiento, vive

con nosotros y nos proyecta.

Y todo lo que viene con

la palabra, nos hace sencillamente

humanos.

¿Qué significancia

tiene la palabra poetizada

como sentido de

nuestras vidas?

-Yo sostengo que el texto

poético, o mejor dicho,

todo texto literario, establece

una suerte de complicidad

con el lector, pero

que es en realidad el texto

el que lee al lector, y no al

revés. El texto, por su densidad

y trascendencia, crea

al lector la obligación de

poner en juego todas sus

competencias, su novela

personal en pleno puesta

en el acto de la lectura. Entonces

el texto, vuelve resignificado,

desde esa lectura

hacia el emisor. Por

eso, un texto tiene éxito en

tanto es reescribible, como

decía Roland Barthes.

Cada lector debe reescribir

su propia historia personal,

ése es el sentido que

tiene el discurso poético,

que por otro lado, la palabra

misma, ya es un esbozo

de poema, puesto que no

describe, sino que menciona

las cosas. La palabra, no

nombra las cosas, sino que

las refiere con un nombre

convencional, el que le puso

el hombre desde tiempos

inmemoriales. Desde

entonces, “es el hombre /

esclavo de la palabra”.

Parece ser que el poeta,

con mucha hondura,

es quien mejor resume

cada instante fugaz y

mágico que vive el hombre…

-Es que justamente la palabra

debe eternizar los momentos

fugaces. Por eso es

que la palabra nos precede

y nos sobrevive, porque

es la encargada de llevar ese

mensaje aunque fugaz, pero

cierto, a las generaciones

que vienen detrás de nosotros.

Muchos escritores piensan

que cuanto más intrincadamente

escriben, son mejores

poetas, cuando en realidad,

poeta es el que mejor

transmite esas respuestas,

aunque sean muy parciales,

a las preguntas que todos

los seres humanos nos hacemos,

y que muchas veces no

podemos plasmarlas en palabras,

y para eso está el lenguaje

poético. Siempre ronda

en mí la idea de que somos

habitantes del cosmos,

aunque fugitivos en él. Pero

algún atisbo de humanidad,

menciono en mi trabajo …

“tengo las expectativa de que

las reverberaciones del sentido,

la sugerencia de honduras,

la intuición de zozobras,

la perplejidad ante la vida en

marcha hacia su única certeza,

afloren de los poemas, resumen

del inminente silencio

que precede al reconocimiento,

y aceptación, de cual

solo flotamos en la infinitud

de los cielos que caben en cada

palabra, y cuán esperanzados

en que la memoria del

cosmos conserve un vestigio,

siquiera, del poema que intentamos

ser a cada instante…”.

¿Y en el amor también

se simboliza esta

orientación intrínseca

de su poesía?

-En los poemas de amor

hago también referencia a

estas circunstancias de que

somos uno, y toda la historia

que pasa por cada uno, donde

hay elementos que nos

identifican, hay una constante,

un pensamiento filosófico-

religioso- humano que tiñe

toda mi producción del

principio. De manera que sobre

el amor, en “Alguien y su

muchedumbre” digo que somos

el aspecto que tenemos

nosotros en este momento,

que quizás “ya fue habitado

tal vez por mil personas,

/ que gustaron la miel

con otros modos / y amaron

a su vez con sangre propia./

Es por eso amor, que sabe a

lejos, a nostalgia y a mar, y

a soledades el profundo fervor

de cada beso, / si en la

boca al besar, vamos en ecos

de otros tiempos y lugar que

nadie sabe, al nuevo porvenir

que está naciendo…” es el

amor el sentimiento trascendente

que nos convierte en

plenamente humanos (poesía

Los Labios).

¿Qué poetas clásicos

de Santiago le despiertan

nostalgia?

-Añoro a grandes poetas

como Luis Manzione,

el añatuyense Carlos Abregú

Virreyra; Clementina

Quenel, Horacio Rava, y

mis contemporáneos como

Carlos Figueroa, Betty

Alba, Felipe Rojas, Alfonso

Nassif, entre otros tantos

extraordinarios poetas. De

todos los poetas, uno siempre

aprende algo.

¿Cuál es su visión sobre

la actual voz poética

juvenil?

-Tenemos grandes valores.

Siempre digo que el genio

poético no se adquiere

en ninguna parte, viene con

uno. Muchos creen que estudiar

el profesorado en letras

te convierte en poeta,

pero eso es solo información,

una formación técnica

direccionada hacia la literatura.

El poeta se hace

si es que tiene en sus genes

proclividad hacia la palabra

y sus condiciones para

percibir y plasmar en palabras

el mundo que nos rodea,

tampoco es cuestión

de usar las palabras que están

en el vulgo. Todo texto,

y con mayor razón el literario,

debe comunicar algo,

no es una cuestión snob, se

trata de trascender y perdurar

a través de la literatura.

Hay que tener respeto

por las palabras y le digo a

los jóvenes que pongan en

cuestión lo que dicen otros,

incluso lo que yo digo, para

que formen su propio criterio

para medir los valores

literarios de cada texto. No

hay que dejar de leer y formarse,

para poder sustentar

la palabra poética. l

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